Dios de todos los días
                              
                              
                              Padre Bueno, Dios de la Vida,
                              
                              enséñame a descubrirte
                              
                              en la vida de todos los días.
                              
                              Tú nos ofreces tu presencia amiga
                              
                              en la historia que vivimos.
                              
                              Sales a nuestro encuentro
                              
                              en amaneceres y atardeceres.
                              
                              Nos miras
                              
                              en los ojos de nuestros hermanos.
                              
                              te revelas cercano,
                              
                              en el que sufre y está solo.
                              
                              Tú estás siempre,
                              
                              Señor Dios de todos,
                              
                              somos nosotros quienes
                              
                              no te vemos, ni te escuchamos.
                              
                              Creemos hallarte donde
                              
                              nuestras explicaciones señalan.
                              
                              Tú te escabulles y apareces
                              
                              donde menos lo esperamos.
                              
                              Dios de la pura sorpresa,
                              
                              que nos dejas inquietos
                              
                              y nos enseñas a estar atentos,
                              
                              enséñanos otra vez,
                              
                              y otra, y una más.
                              
                              Nos cuesta tanto
                              
                              aceptar tus palabras…
                              
                              y dejarnos en tus manos.
                              
                              Dios de todos los días,
                              
                              vivo y actuante en las cosas que pasan.
                              
                              Dios cercano y compañero.
                              
                              Dios sencillo, Dios hermano.
                              
                              Descúbrenos tu presencia,
                              
                              ayúdanos a recorrer
                              
                              el camino de la conversión.
                              
                              Necesitamos dar la vuelta,
                              
                              volver sobre nuestras convicciones,
                              
                              revisar nuestras prácticas,
                              
                              abandonar toda seguridad
                              
                              para empezar de nuevo.
                              
                              Dios de todos los días,
                              
                              que nos vivitas en diarios y noticias,
                              
                              que abres tu boca
                              
                              en la necesidad de tantos,
                              
                              que abres tus manos
                              
                              en las búsquedas de muchos,
                              
                              que caminas a nuestro paso,
                              
                              que te sientas a nuestro lado,
                              
                              en la familia, en el trabajo,
                              
                              en la escuela.
                              
                              Dios, sencillamente Dios,
                              
                              te revelas en la vida,
                              
                              en la creación y en la historia
                              
                              que vivimos , cotidianamente, todos.
                              
                              Cambia nuestra mirada…
                              
                              abre nuestros oídos…
                              
                              despierta nuestra mente…
                              
                              enséñanos a contemplarte
                              
                              para responder a tu llamado
                              
                              y vivir la fe, en la vida de todos los días.
                              
                              
                              Marcelo Murúa
 

 
