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Conducía camino a mi casa durante una noche lluviosa; delante de mi iba otro automóvil que constantemente me deslumbraba con una luz proveniente de la parte de atrás del automóvil.
Me molesté pues a demás de la lluvia y el estado de la carretera tenía que lidiar con el destello que aquel automóvil me reflejaba.
Pensé que algún niño travieso llevaba algún artefacto luminoso e iba jugando por la carretera.
Más adelante llegamos a un semáforo donde un poco molesto me coloqué al lado de aquel automóvil, cuando se abrió la ventana del otro auto y el conductor me dijo: - "Disculpe, pero su luz izquierda está desprendida Debería repararla o puede tener algún accidente"
Me dí cuenta entonces que el reflejo era producto de mi luz averiada
Esto me hizo reflexionar mucho sobre lo que pensamos de los demás.
A veces una actitud negativa o mala de otras personas, puede no ser mas que el reflejo de nuestras acciones en aquella persona.
Comprendí entonces las palabras de Jesús de tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y servir como si fuéramos los últimos para así ser los primeros.
Mantén la paz con tus amigos y compañeros, y antes de criticar o juzgar, mira tu corazón y piensa si aquello no es el resultado de tus acciones para con aquella persona.
"De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio.”
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sábado, 10 de agosto de 2013
Reflejos...
Humillémonos...
La infancia espiritual
Humillémonos.
Humillémonos bajo la poderosa mano de Dios, porque al Señor no hay nada que le disguste más como el orgullo y la soberbia. Éstos fueron los pecados de Lucifer, y fue abatido de su trono de gloria.
Si nos humillamos ante Dios, Él, a su debido tiempo, sabrá elevarnos a la gloria.
Imitemos a los niños, que están en un lugar humilde y nunca quieren ser sabios ni arrogantes, pues comprenden que son “pequeños” y necesitan de todo.
Nosotros también necesitamos de todo, puesto que en la vida espiritual somos sólo niñitos, que no saben ni decir una palabra en el camino del bien.
Si estamos así humildes ante Dios y los hermanos, entonces Dios nos preparará un lugar muy junto a Sí en el Cielo, y ya desde la tierra el Señor nos ensalzará como lo hizo con María, su Madre, que se colocó en el último lugar de todos.
¡Qué agradable es para Dios la humildad! Tenemos que practicar la humildad si queremos agradar a Dios, porque Él busca a los humildes para colmarlos de dones y gracias, y se revela a los humildes, a los que son una “nada” para el mundo, aunque para Él valen mucho.
¡Y nosotros que queremos, muchas veces, sobresalir en todo y nos creemos muy superiores a los demás, y para todos tenemos un calificativo poco caritativo! ¡Que no suceda más esto en nosotros, sino coloquémonos en el último lugar como ese convidado del banquete, para que el Señor, a su tiempo, nos llame más cerca suyo!
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