Abuso de la Misericordia.
Dios
es infinitamente misericordioso, y su atributo más grande es la
Misericordia. Pero también es cierto que Dios es infinitamente justo y
que en Él, Misericordia y Justicia van unidas.
Pero
hoy se quiere olvidar esto y se habla solo de la misericordia divina,
y, en nombre de la misericordia de Dios, se cometen las mayores
atrocidades y las almas se exponen a la condenación eterna.
Porque hay más condenados por la misericordia de Dios que por la Justicia.
Sí,
esto es así porque muchos cometieron graves pecados amparados en que
Dios es misericordioso y han hecho de su misericordia un medio más para
burlarse de Dios. Pero ya dice la Escritura que de Dios nadie se burla
impunemente. Es necesario que recordemos que en Dios, Misericordia y
Justicia son una misma cosa, y que Dios no dejará nada sin juzgar.
El
tiempo de la misericordia es el tiempo de vida que tenemos sobre la
tierra. Luego del cual llega la muerte y con ella el tiempo de la
Justicia divina. ¿Cómo estamos aprovechando este tiempo de vida que
tenemos sobre la tierra, en el cual Dios tiene paciencia con nosotros y
nos perdona todo? ¿Lo usamos rectamente para ser cada vez mejores y más
santos, o por el contrario nos amparamos en la misericordia de Dios para
seguir pecando y viviendo tibiamente? Si hacemos esto último, es muy
probable que un día nos alcance la justa mano de Dios y que nuestra
eternidad sea de horror en el Infierno.
La
bondad de Dios debemos aprovecharla para avanzar en el camino del bien,
sabiendo que si tenemos la desgracia de pecar, Dios nos perdonará. Pero
no hay que abusar y seguir pecando invocando a la misericordia de Dios,
porque esto es jugar con Dios y burlarse de Él.
La
humanidad está tocando el fin del tiempo de la misericordia y está
entrando en el tiempo de la Justicia divina, tiempo en que Dios no
dejará impunes tantos pecados de la humanidad.
Convirtámonos
lo antes posible y consagrémonos a la Virgen para ser defendidos y
amparados de las cosas que han de suceder en el mundo, pues los hombres
serán justicieros de sí mismos, ya que Dios y su Justicia dejarán que se
desencadenen los castigos del Infierno sobre este mundo pecador.