La desobediencia, señal satánica.
Hoy cada uno quiere regirse por sí mismo y pocos son los que toleran la autoridad y obedecen a sus superiores.
Pero debemos tener bien presente que la desobediencia es señal satánica, puesto que el primer desobediente fue Lucifer, que con su caída arrastró a una tercera parte de los ángeles, y ahora son demonios horripilantes congelados en el mal y fuentes de todo mal.
También muchas mujeres de hoy quieren desobedecer a Dios y a sus esposos, siendo que la Santísima Virgen, Modelo de toda mujer, obedeció a Dios y también a su esposo José, aunque María era superior a su esposo pues era la Madre de Dios. Sin embargo vemos que en la huida a Belén, el Ángel le dice a San José que tome al Niño y a su Madre y huya a Egipto. María obedeció a su esposo, y toda buena mujer debe obedecer a su esposo en todo lo que sea justo.
Pero hoy nadie quiere obedecer, y se toma el ser desobediente como una conquista de la libertad, de la autonomía.
Muchos rasgarán sus vestiduras al oír que la mujer debe obedecer a su esposo. Si la Santísima Virgen lo hizo, entonces toda mujer debe hacerlo, si es que quiere ser verdadera y perfecta mujer. Digan lo que digan las corrientes de pensamiento de moda, ésta es la realidad y el orden que Dios ha dado a la humanidad.
Esta sociedad tiene el distintivo satánico de la desobediencia, porque como no tolera autoridad, se rebela, al igual que el diablo, que no quiso someterse a la voluntad de Dios.
Ésta es la sana doctrina del Evangelio y de toda la Sagrada Escritura, y la Virgen, haciéndose obediente a Dios y a su esposo terreno, conquistó el lugar más alto del Cielo. Y Cristo, obedeciendo a su Padre del Cielo, a su Madre la Virgen, a su padre adoptivo San José, y hasta a los mismos verdugos que le maltrataban, recibió el Nombre que está sobre todo Nombre, y su trono está a la diestra de Dios Padre.
Vemos, entonces que la desobediencia es señal satánica, mientras que la obediencia es señal divina y nos obtiene el ser semejantes a Dios.
Miremos a cada uno a ver si es obediente o desobediente, y tendremos una noción de qué espíritu lo mueve.
Pero debemos tener bien presente que la desobediencia es señal satánica, puesto que el primer desobediente fue Lucifer, que con su caída arrastró a una tercera parte de los ángeles, y ahora son demonios horripilantes congelados en el mal y fuentes de todo mal.
También muchas mujeres de hoy quieren desobedecer a Dios y a sus esposos, siendo que la Santísima Virgen, Modelo de toda mujer, obedeció a Dios y también a su esposo José, aunque María era superior a su esposo pues era la Madre de Dios. Sin embargo vemos que en la huida a Belén, el Ángel le dice a San José que tome al Niño y a su Madre y huya a Egipto. María obedeció a su esposo, y toda buena mujer debe obedecer a su esposo en todo lo que sea justo.
Pero hoy nadie quiere obedecer, y se toma el ser desobediente como una conquista de la libertad, de la autonomía.
Muchos rasgarán sus vestiduras al oír que la mujer debe obedecer a su esposo. Si la Santísima Virgen lo hizo, entonces toda mujer debe hacerlo, si es que quiere ser verdadera y perfecta mujer. Digan lo que digan las corrientes de pensamiento de moda, ésta es la realidad y el orden que Dios ha dado a la humanidad.
Esta sociedad tiene el distintivo satánico de la desobediencia, porque como no tolera autoridad, se rebela, al igual que el diablo, que no quiso someterse a la voluntad de Dios.
Ésta es la sana doctrina del Evangelio y de toda la Sagrada Escritura, y la Virgen, haciéndose obediente a Dios y a su esposo terreno, conquistó el lugar más alto del Cielo. Y Cristo, obedeciendo a su Padre del Cielo, a su Madre la Virgen, a su padre adoptivo San José, y hasta a los mismos verdugos que le maltrataban, recibió el Nombre que está sobre todo Nombre, y su trono está a la diestra de Dios Padre.
Vemos, entonces que la desobediencia es señal satánica, mientras que la obediencia es señal divina y nos obtiene el ser semejantes a Dios.
Miremos a cada uno a ver si es obediente o desobediente, y tendremos una noción de qué espíritu lo mueve.