Ser santos
¡Santos hoy!
Hoy debemos ser santos. No mañana, no en un futuro, sino hoy, ahora.
Porque la santidad no es un estado que debemos alcanzar sino que al
vivir en gracia ya somos santos, porque santo es el pecador que no peca.
Huyamos entonces del pecado y vivamos siempre en gracia de Dios,
aumentando esa gracia con la oración, los sacramentos y las buenas
obras, así seremos cada vez más santos, y nuestras obras y oraciones
tendrán más eficacia para la salvación de nuestros hermanos.
Si estamos en gracia de Dios, el Espíritu Santo habita en nosotros y
tenemos el poder de Dios, somos Dios por participación, y podemos hacer
grandes cosas por el mundo.
El mundo está así porque hay crisis de santos, es decir, no hay personas
que traten de santificarse y muchísimos son los que viven en pecado
mortal. Entonces es necesario que los que vivimos en gracia de Dios, nos
esforcemos por ser cada vez mejores y aumentar esa gracia. Y entonces
sucederá lo que predice el Apocalipsis para estos tiempos: “Que el santo
se santifique más y que el pecador peque más todavía. Vuelvo pronto”.
Estamos en un tiempo en que la mayor parte de la humanidad desciende
cada vez más al nivel de los brutos y de los demonios, y otra pequeña
parte asciende también cada vez más. Hace falta que la parte que
asciende, contrabalancee a la parte que desciende, por eso se nos pide
el heroísmo, para que la Justicia de Dios no caiga sobre el mundo, sino
más bien que se desborde la Misericordia divina sobre él.
Fuimos llamados por Dios a una gran misión: Nuestra santificación. Si
nos santificamos, estaremos colaborando con la humanidad y hasta
salvaremos millares de almas. De nosotros depende nuestro destino eterno
y el de muchos hermanos nuestros.