Afirma Santo Tomás de Aquino que "hay tres cosas que Dios no podría
haber hecho más sublimes de lo que son: la Humanidad de Nuestro Señor
Jesucristo, la gloria de los elegidos y la incomparable Madre de Dios,
de quien se dice que Dios no pudo hacer ninguna madre superior. Podéis
acrecentar una cuarta cosa, en loor de San José. Dios no pudo hacer un
padre más sublime que el Padre adoptivo del Hombre-Dios".
A lo que agrega el melifluo San Bernardo: "Ya que todo lo que pertenece a
la esposa pertenece también al esposo, podemos pensar que José puede
distribuir como le parezca los ricos tesoros de gracia que Dios confió a
María, su casta Esposa".
"Además, en el transcurso de los años pasados en Nazaret, Jesús colmó el
corazón de San José con ternura de amor tal como jamás ningún padre
creado la sintió ni sentirá, 'no sólo - como dice el Padre Huguet- para
que José lo pudiese amar como Hijo, sino para que pudiese amar a todos
los hombres como a sus hijos, pues, del mismo modo que todos somos hijos
de María, así lo somos también de San José. (...) Y
después de la devoción a la Santísima Virgen, nada hay más agradable a
Dios ni más provechoso para nuestra almas que la devoción al santo
Patriarca San José'".