Tema de hoy
Valor del
sufrimiento.
A los hombres nos cuesta sufrir, nuestra
naturaleza se resiste a padecer, porque no hemos sido creados por Dios para
sufrir, sino para gozar, ya que Dios nos había creado impasibles, pero luego por
el pecado original entró la muerte y el dolor en el mundo.
Y Cristo ha querido padecer, asumir el
dolor, para enseñarnos que si Él ha elegido ese camino, es porque es el único
que lleva al Cielo.
Efectivamente el sufrimiento es una
bendición, porque en el estado en que está el hombre actualmente, sólo el
sufrimiento es capaz de equilibrar la balanza de la justicia de Dios, y así
quien sufre, no sólo expía por sus propios pecados, sino que también ayuda a
salvarse a muchas almas, entre ellas a las de sus seres más
queridos.
No hace falta salir a buscar sufrimientos,
sino que la misma vida nos va trayendo cada día algo por lo que padecer:
enfermedades, incomodidades, contratiempos, etc., y si sabemos aprovecharlos y
vivirlos bien, sin rebelarnos, entonces hacemos una gran obra de santificación
propia y salvamos almas.
Pensemos que en la situación del hombre
caído, en algún lugar tendremos que sufrir, y si no es en esta tierra, tendrá
que ser un largo tiempo en el Purgatorio, o lo que sería terrible, para toda la
eternidad en el Infierno.
Los Santos sabían entender este valor del
sufrimiento y del dolor, y buscaban padecer, porque habían comprendido que el
sufrir es moneda para comprar almas para Dios.
Cuando nos venga un dolor muy grande,
pensemos que eso es una muestra de que Dios nos ama con predilección, pues no de
otra manera trató a su propio Hijo, a quien amaba infinitamente, y según el
grado del dolor, así será su amor por nosotros, porque permitiendo que pasemos
el purgatorio en este mundo, nos ahorra siglos y siglos de padecer en la otra
vida, y entonces entraremos bien pronto en el Cielo.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado
concebida!
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