MEDITACIÓN DE HOY
Pureza de intención.
Éste es el único fin que proponen en la Tierra las almas santas, fin que de tal modo enamora y hiere de amor al corazón de Dios, que le hace prorrumpir en estas expresiones: Me robaste el corazón, hermana mía, esposa; me robaste el corazón con una sola mirada de tus ojos. Este mirar de la esposa significa el único fin que ha de tener el alma en cuanto piense y obre, que es agradar a Dios. Los mundanos en sus acciones miran las cosas con muchos ojos, esto es, con muchas intenciones desordenadas, de agradar al mundo, conquistar honores, allegar riquezas o al menos complacerse en sí mismos, en tanto que las almas buenas no tienen más que la mira de agradar a Dios en todas sus acciones y repiten con David: ¿Quién sino tú hay para mí en los cielos? Y si contigo estoy, la Tierra no me agrada...; roca y parcela mía Dios por siempre. Y ¿qué otra cosa he de querer, Dios mío, sino a Vos solamente en este mundo? Sólo Vos sois mi riqueza, sólo Vos el único Señor de mi corazón. “Conserven enhorabuena –decía San Paulino- sus riquezas terrenas los poderosos, guárdense sus reinos los monarcas, que Vos, Jesús mío, sois mi tesoro y mi corona.”
“Práctica de amor a Jesucristo” – San Alfonso María de Ligorio
Comentario:
La intención es lo que da valor a la obra, a cualquier acción, porque si hacemos algo por amor a Dios, entonces merecemos la gloria eterna; en cambio si hacemos esa obra por amor al dinero o a los honores, entonces no tiene valor para el Cielo.
Es necesario que antes de emprender alguna acción, y todas las acciones del día, incluso las más ordinarias, elevemos la mirada y el corazón a Dios para hacerlas por Él, por su amor, para agradarle, y para conquistar el premio que Él nos quiere dar.
Nos gusta ahorrar dinero y bienes terrenales. Pero más nos debe gustar atesorar para el Cielo, con las buenas obras, realizadas todas por amor a Dios y para su mayor gloria, pensando en Él, para que Él esté contento de nosotros. ¿Qué mayor felicidad tendremos en este mundo que el saber que Dios está contento de nosotros y de lo que hacemos?
Por eso es necesario que siempre purifiquemos nuestras intenciones, porque de lo contrario mancharemos las mejores obras con amor propio, y así tendrán poco o ningún valor para Dios.
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