Mensaje a los Instrumentos de la Divina Misericordia
25 de marzo de 1981
Fiesta de la Anunciación del
Señor
“Sí,
Padre”
“Hijos predilectos, entregaos a Mí, y os llevaré a la perfecta
docilidad, a la Voluntad del Padre.
Como lo fue para mi Jesús, así también en el proyecto de vida de
cada uno de vosotros está escrito: “He aquí que vengo, oh Padre, a cumplir tu
voluntad”. Vuestra Madre Celeste quiere hoy ayudaros a cumplir sólo y bien el
divino Querer. Ésta es la Voluntad de Dios: Vuestra
santificación.
Con vuestra santidad, depositáis en el altar del Señor una poderosa
fuerza de imploración y de reparación.
¡Cuánto mal, cuántos pecados son reparados cada día por mis hijos
predilectos que, conducidos por su Madre Celeste, recorren el doloroso camino de
la propia santificación!
No miréis el gran mal que todavía se comete y difunde con los más
refinados medios de comunicación social. Bajo las cenizas del inmenso desierto a
que ha quedado reducido hoy este pobre mundo, brotan muchos renuevos de vida y
de salvación.
Son las vidas desconocidas, escondidas, pero tan preciosas, de mis
Sacerdotes, y de todos aquellos hijos míos, que cada día conduzco por el camino
de la santidad.
Vuestro “sí” al querer del Padre se realice en el cotidiano esfuerzo
de huir y libraros del pecado, para vivir en la gracia y en la plenitud del
amor; en el esfuerzo de recogeros en la intimidad de oración y de vida con
Jesús, de reflexión y de comprensión de su divina Palabra; en el interior
sufrimiento, frente al gran abandono y soledad en que se encuentra el hombre de
hoy.
Sí, Padre, a tu Querer, para que, así en la Tierra como en el Cielo,
se haga solamente tu Voluntad.
Sí, Padre, a tu Querer, para que como en el Cielo, se haga también,
tu Voluntad, aquí en la Tierra desierta y nunca como hoy tan
amenazada.
Sí, Padre, a tu amor vilipendiado, a tu presencia ultrajada, a tu
Palabra rechazada.
Sí, Padre, al don de inmensa misericordia que refulge en tu Hijo
que, por el “sí” de la Virgen Madre, nos has dado para siempre: a Jesús
salvación, a Jesús vida, a Jesús verdad, a Jesús fuente de la divina
misericordia, a Jesús perfecta realización del divino querer.
Vuestro “sí”, hijos predilectos se deposite en el “sí” que la Madre
Celeste repite perennemente a su Dios: para el cercano triunfo de mi Corazón
Inmaculado en el triunfo de la misericordia y del amor, de la verdad y de la
justicia.”
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