Un plan para la vida
Sección: Resumen doctrina
Unos buenos propósitos que te llevarán a tratar continuamente a Dios y a cumplir con tus obligaciones de familia, en el trabajo, con la sociedad y todo con una enorme alegría.
Lo primero que hemos de hacer para ser buenos cristianos es procurar vivir en gracia de Dios, evitando para ello todo pecado mortal; y como queremos amar a Dios sobre todas las cosas, trataremos incluso de evitar todo pecado venial.
La práctica de algunos actos de piedad nos llevará, sin darnos cuenta, a tener una vida contemplativa en medio de los quehaceres ordinarios. Un plan de vida cristiana vivido con seriedad e interés puede ser el medio para conseguir que nuestra vida no sea inútil ni estéril, de tal manera que viviremos como verdaderos hijos de Dios.
Cada día[1]
• Tener una hora fija para acostarse y para levantarse.
• Ofrecer a Dios el trabajo de la jornada bajo la intercesión de la Virgen María.
• Hacer un rato de oración mental (15 minutos). De preferencia antes de la Misa.
• Asistir a la Santa Misa y recibir la comunión siempre que sea posible. Es el mejor sacrificio que se puede ofrecer a Dios.
• Al mediodía: rezar el Angelus (durante el tiempo pascual el Regina Cœli).
• Rezar el Santo Rosario, si es posible en familia.
• Leer durante unos minutos, meditándolo, el Nuevo Testamento o un libro espiritual.
• Antes de retirarse a descansar, dedicar unos minutos a examinar brevemente cómo ha ido el día.
• Trabajar con intensidad. La santificación del trabajo ordinario es la meta primordial del cristiano.
• El domingo es el día del Señor. La Santa Misa debe ser el centro de la jornada. Es también un día dedicado especialmente a la familia, el descanso y el propio enriquecimiento espiritual.
• Si durante la semana no es posible recibir la comunión, será bueno hacerlo los domingos y días de precepto.
Cada mes
• Confesarse, con verdadero arrepentimiento, aunque no haya pecados mortales, para recibir la gracia sacramental.
• Recibir dirección espiritual con un sacerdote sabio, prudente y experimentado.[2]
• Día de retiro espiritual: dedicar unas horas a considerar nuestra relación con Dios. Delante del Santísimo Sacramento siempre que sea posible.
Cada año
• Curso de retiro o ejercicios espirituales: dos o tres días en silencio, conversando a solas con Dios, son una gran oportunidad para una nueva conversión. El alma, como el cuerpo, necesita vacaciones.
En todo momento
• Mantener la presencia de Dios con jaculatorias, comuniones espirituales y actos de amor y reparación.
• Considerar que somos hijos de Dios: tratar de agradarle en todo lo que hacemos, como un niño trata de agradar a su padre.
• Agradecer a Dios todo lo que nos da.
• Hacerlo todo por amor de Dios: purificar nuestra intención haciendo actos de contrición y desagravio por los pecados propios y ajenos.
• Tratar de vivir como nos hubiera gustado haberlo hecho a la hora de la muerte. Así no tendremos miedo a la muerte y moriremos de la misma manera que hayamos vivido.
Devociones durante la semana
- Domingo La Santísima Trinidad.
Asiste con fervor a la Santa Misa y recibe la Comunión si es posible.
- Lunes Las almas del Purgatorio.
Ruega por las almas de tus parientes, amigos y bienhechores.
- Martes Los Ángeles Custodios.
Acude a menudo los Ángeles Custodios pidiéndoles ayuda. Reza especialmente a tu Angel de la guarda.
- Miércoles San José.
Invócale como patrono de la buena muerte.
- Jueves La Santísima Eucaristía.
A lo largo del día, haz frecuentes comuniones espirituales y, si es posible, una visita al Santísimo.
- Viernes La pasión y muerte de Jesucristo.
Medita la Pasión y Muerte del Señor utilizando, por ejemplo, el Vía Crucis.
- Sábado La Santísima Virgen María.
Reza la Salve u otra devoción mariana.
¡ Ave María puríssima !
Gracias por tu apoyo. Recemos unos por otros.
Unidos en el Corazón de la Sagrada Familia,
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