LA PIEDRA DE SOPA
Llegó un peregrino a una casa y pidió algo de comer. "No tengo nada", dijo la señora. "No se preocupe, dijo el peregrino. Yo tengo una piedra de sopa. Vamos a echarla en una gran olla de agua hirviendo". Todo el vecindario acudió curioso.
Cuando el agua rompió a hervir el peregrino probó una cucharada. "¡Deliciosa! —dijo— Solo le hacen falta unas papas" (que al momento trajo una mujer). Probó otra cucharada. "Ya sólo falta carne y verduras", añadió. Y pronto trajeron varias vecinas. "Y ahora, la sal", que puso la dueña de la casa.
Luego ordenó: "Platos para todos". Los trajeron y, además, pan y fruta. Entonces se sentaron y disfrutaron de aquella increíble sopa, felices de compartir la comida. Mientras tanto, el peregrino se escabulló, pero les dejó una milagrosa piedra de sopa, para que pudieran usarla. Con la aportación de cada uno, se enriquecieron todos.
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