martes, 9 de julio de 2013

Reflexión...

De pecadores a santos

Corregir nuestros desvíos. 
Tenemos que vigilar nuestro corazón y corregir nuestros desvíos, porque un pequeño defecto o un pecado leve, puede convertirse, si no le ponemos remedio pronto, en un mal grave, en un pecado mortal, que nos lleve a cometer otros pecados más graves aún, siendo dominados por los vicios y terminar al fin en el Abismo infernal.
Ya lo dice el Señor en el Evangelio que quien sea fiel en lo poco, será fiel en lo mucho; y quien sea deshonesto en lo poco, también será deshonesto en lo mucho. De manera que no hay cosas pequeñas en la vida espiritual, sino que hay que estar constantemente vigilando las “pequeñeces”, es decir, lo que nos puede parecer pequeño, pero que puede degenerar en cosas graves y dañosas para nosotros y para los demás.
Basta una chispa para encender todo un bosque. Basta una mirada impura para encender las más torpes pasiones y terminar siendo adúltero y hasta ladrón y homicida, con tal de obtener la carne apetecida.
Estemos atentos a nuestro corazón, vigilando en primer lugar nuestro ojo, pues es por los ojos que entra más fácilmente la seducción y la tentación en nosotros, y si no la sabemos rechazar y consentimos, después se va haciendo cada vez más difícil salir del embrollo que nos tiende Satanás.
Esta sección se llama “De pecadores a santos”, y es lo que tratamos de cumplir nosotros. Pero no sea que cambiemos el orden y tengamos que decir algún día que de santos, hemos devenido en pecadores. Como dice San Pablo: “Quien esté seguro, cuide de no caer”.

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