Quince minutos con el Ángel Custodio
De los espíritus infernales, defiéndeme.
Ángel Custodio mío, que en estos tiempos se estreche nuestro
vínculo, porque en el mundo han aflorado del Infierno no sólo los demonios, sino
también las almas y espíritus de los condenados, entre los cuales habrá también
algún conocido mío, que en la tierra estuvo a mi lado, pero que ahora es un
enemigo implacable que me quiere llevar al Infierno.
¡Qué horrible, querido Ángel, pero es la realidad! Hay muchos
condenados que hacen las veces de demonios, pues quien muere en pecado mortal se
condena, y se convierte en un demonio. Pues bien, de todos esos espíritus
infernales que por permisión de Dios han subido del abismo a la tierra, te ruego
que me defiendas porque sin tu auxilio no saldré ileso de este
combate.
También te pido, querido Ángel mío, que me defiendas de los
accidentes corporales y materiales, porque estos espíritus diabólicos no tienen
reparo en atentar, además de contra la vida espiritual de mi alma, también
contra mi vida física y material, causándome accidentes y desgracias, que si tú
no las evitas, me llevarán a la postración o incluso a la
muerte.
Te ruego también que cuides a mis familiares, porque los demonios me
odian y quizás se quieran vengar de mí en mis seres queridos. Por eso te ruego
que los inmunices con tu poder, y que toda mi familia esté en paz, a resguardo
de los espíritus malditos que han invadido el
mundo.
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