La más santa de los santos
A la Virgen María la cubre el esplendor y la complacencia de la Santísima Trinidad, ya que ella ha sido la criatura humilde por excelencia y la santísima entre los santos por su amor incomparable a Dios.
En la tierra, unida a su divino Hijo, aceptó de buen agrado y con espíritu de caridad suprema, los más crueles sufrimientos al contemplar a su Hijo y Salvador menospreciado y vilipendiado por sus mismas criaturas, todo porque a ella la animó siempre la decisión de cooperar en la obra salvífica de Cristo, y cumplió en todo la voluntad sabia y santa de Dios, costara lo que costara.
María Santísima es el tabernáculo vivo de Jesucristo por lo cual es la veneración de los ángeles y de los santos del cielo, así como es motivo de honor y devoción rendida de los justos de la tierra, y ha de ser esperanza para nosotros los pecadores que somos para ella motivo especial de amor.
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