Pruebas de la vida
No cantemos victoria.
Hasta que no
estemos en el Cielo, no podemos cantar victoria, porque la vida tiene muchas
pruebas y no sabemos si mañana estaremos con el mismo ánimo de hoy, y si no
habremos perdido la Gracia santificante. Tampoco sabemos cómo será nuestra
salud, porque hoy quizás estamos sanos, pero luego podemos caer enfermos; o bien
estar ahora enfermos, y recuperar luego la salud.
Como no
sabemos todavía las pruebas por las que, quizás, todavía deberemos pasar, no
cantemos victoria, y como bien dice el Apóstol: “Quien está seguro, cuide de no
caer”.
El hombre es
tan mudable como las veletas, y lo que hoy nos parece imposible hacer, por
ejemplo traicionar a Dios, quizás lo lleguemos hacer con el tiempo.
Por eso
siempre hay que ser humildes y pedir constantemente a Dios en la oración que nos
cuide y no nos deje caer de su mano, ni permita en nosotros y nuestra vida una
prueba muy grande, porque conocemos, quizás por experiencia propia, lo frágiles
que somos.
Siempre debemos ser prudentes y estar convencidos de que mientras hay
vida, hay peligro, pues la misma vida es peligro. Y hasta que no estemos ya en
el Cielo, siempre está la posibilidad de fallar. Han caído miserable y
lastimosamente almas mucho más santas y sabias que nosotros, ¿por qué no podemos
caer también nosotros?
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