Vivir católico
Lectura espiritual
Así como el cuerpo se alimenta para vivir, así también la inteligencia
debe alimentarse para desarrollarse. Y la inteligencia se debe alimentar
con la Verdad.
La Verdad la encontramos especialmente en la Sagrada Escritura, y en los
libros de los Santos, y debemos beber de esas fuentes para no quedarnos
estancados en la vida espiritual.
Especialmente tenemos que leer el Evangelio, ya que cada vez que lo
leamos, encontraremos nuevos sentidos y aplicaciones para nuestras vidas
y los momentos particulares en que estamos viviendo.
Pero además de alimentar nuestra mente y espíritu con buenas lecturas,
tenemos que evitar las malas lecturas, como así también el ver malas
películas o programas de televisión. Porque nada de lo que vemos o
leemos queda sin su efecto, ya que si no nos produce un efecto
consciente, será un efecto subconsciente. Por algo la Virgen aconseja no
mirar televisión ni mirar películas de cine.
Es que la pureza es una virtud que se mantiene especialmente con la
guarda del sentido de la vista, porque por los ojos entra la impureza en
el hombre. Y ya Jesús en su Evangelio ha dicho que son bienaventurados
los puros de corazón porque verán a Dios. Es decir que los que sean
puros en las miradas y en el pensamiento, entenderán mejor las verdades
eternas, y conocerán mejor a Dios.
También es muy bueno leer vidas de Santos, porque así nos impulsan a
imitar lo que hicieron y a dar la vida por Cristo y por las almas.
Ya sabemos lo que sucede cuando un cuerpo humano no se alimenta,
sobreviene la muerte. Pues bien, cuando el alma y la inteligencia no se
alimentan con una buena lectura espiritual, sobreviene la muerte del
alma, y la inteligencia se atrofia o se pervierte si la alimentamos con
basura.
Hay que estar atentos porque el demonio, hoy más que nunca, anda como
león rugiente a nuestro alrededor, buscando a quién devorar. Y lo
primero que nos hace creer es que somos fuertes y a nosotros no nos va a
pasar nada malo porque tenemos todo controlado. Esa es la mejor táctica
que emplea para hacernos caer. Porque el demonio entra con la nuestra y
se sale con la de él. Tengámoslo siempre bien presente y seamos
vigilantes en la oración y en la guarda de los sentidos, especialmente
de la vista, porque por los ojos entra el deseo de poseer lo que no se
debe.
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