8 DE SEPTIEMBRE DE 1920
“Nada temas... No me abandones. ¡Son
tantas las almas que huyen de Mí! Déjame, al menos, morar en la tuya y
complacerme en ella”.
Comentario:
El hombre, después del pecado original, tiene miedo de Dios y, como Adán
y Eva, se esconden de su presencia. Pero no debemos proceder así,
porque el enfermo, si encubre sus llagas o su enfermedad al médico, es
seguro que empeorará o morirá; por eso si hemos pecado es necesario que
vayamos corriendo al Médico celestial. No debemos tener miedo de Jesús,
porque Él es el mejor de los Médicos y sabe hacer su tarea de una manera
excelente, aunque a veces opera sin miramientos, pues sabe que de esa
operación vendrá la salud para el alma. No tengamos miedo de Dios y,
pase lo que pase, confiemos en Él y entreguémosle nuestro corazón y
nuestra vida.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
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