Evangelio del día.
jueves 18/ENE/18.
Mc 3, 7-12.
La barca.
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió
mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su
encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la
Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus
discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo
apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún
mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas
lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”.
Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de
manifiesto.
Reflexión:
Jesús mandó a sus discípulos que le prepararan una barca. Esta barca es
figura de la Iglesia Católica, desde donde hoy Jesús enseña y cura a
todas las gentes. La Iglesia Católica nunca desaparecerá porque es la
Esposa de Cristo, y si bien deberá pasar horas de horror y persecución
semejantes a las que pasó su Esposo, Cristo, también es cierto que hay
una solemne promesa del Señor de que las puertas del Infierno no podrán
vencerla. ¿Y estamos lejos de esos tiempos difíciles? Pues no, porque ya
la Virgen y el Señor lo han anunciado en numerosos mensajes y
apariciones, y nos avisan que debemos prepararnos porque los tiempos de
persecución están cada vez más cerca. Basta mirar cómo está el mundo,
cómo en el mundo cada vez se persigue más a Cristo y a los buenos
cristianos, incluso dentro de la misma Iglesia. No tengamos miedo,
porque todo entra en un designio de la Divina Providencia, que quiere
que completemos lo que falta a la Pasión de Cristo.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de prepararnos sin miedo y con
mucha oración y penitencia a los tiempos difíciles que ya están a las
puertas.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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