Evangelio del día.
Martes 9/ENE/18.
Mc 1, 21-28.
Hoy más que antes.
Jesús entró en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y
comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les
enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en
la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a
gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para
acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el santo de Dios”. Pero Jesús lo
increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El espíritu impuro lo
sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de ese hombre. Todos
quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto?
¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los
espíritus impuros, y éstos le obedecen!”. Y su fama se extendió
rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Reflexión:
En la época de Jesús había espíritus impuros, demonios, que poseían a la
gente y la hacían sufrir con mil enfermedades. Muchos, ahora, creen que
no hay demonios, y entre los que creen esto hay, lamentablemente, hasta
sacerdotes y obispos. Entonces no se defiende a la grey de los ataques
del Maligno, y así vemos cómo el Enemigo va ganando terreno y ya se
muestra a rostro descubierto. Es necesario que sepamos que en estos
tiempos hay más demonios que en los tiempos de Jesús, pues como dice la
Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano, en este tiempo
se han derramado sobre el mundo los demonios y, además, los espíritus
de los condenados, que forman así un ejército al que hay que hacer
frente con las armas que Cristo nos dejó: penitencia, oración,
sacramentos y sacramentales.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de ser prudentes y recurrir a
Ella y a la oración para defendernos de Satanás y de todos sus secuaces.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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