Cómo es el Infierno
"Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es
un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su
extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento que
constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo
remordimiento de conciencia; el tercero, aquel destino no cambiará
jamás; el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero no la
aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual,
incendiado por la ira divina; el quinto tormento, es la oscuridad
permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los
demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de
los demás y el suyo; el sexto tormento, es la compañía continua de
Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a
Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Estos son los
tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de
los tormentos. Hay tormentos particulares para distintas almas, que son
los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo
e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos
de tormentos donde un tormento se diferencia del otro. Habría muerto a
la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la
omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con
ése será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios
para que ningún alma se excuse diciendo que el infierno no existe o que
nadie estuvo allí ni sabe cómo es.
Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo la orden de dejarlo por escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas. Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco intensamente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado".
Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo la orden de dejarlo por escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas. Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco intensamente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado".
(Nº 741 - Diario "La Divina Misericordia en mi alma". Santa Faustina Kowalska.)
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