La infancia espiritual
Pureza
Para practicar la infancia espiritual tenemos que ser puros, muy puros
como los niños, porque Dios se revela a los puros y a los que son como
niños, y hay una bienaventuranza que dice que son felices los limpios de
corazón porque verán a Dios. Nunca trabajaremos suficientemente sobre
esta virtud, y no debemos descuidarnos y creernos que ya la hemos
alcanzado, porque la tentación siempre está al asecho. Es que si somos
puros, entenderemos cada vez mejor las verdades eternas, comprenderemos
las cosas de Dios como no las entienden los impuros y lujuriosos.
Acostumbrémonos a controlar las miradas, porque por una mirada
concupiscente puede entrar el pecado en nuestra vida, ya que por los
ojos entra la maldad en el corazón. Cerremos entonces los ojos a la
televisión, ese aparato que trae una catarata de imágenes, sonidos y
colores, que exaltan la sensualidad y lleva la corrupción a las
costumbres, a las familias y a las almas. No podremos ser puros si
miramos televisión, así de sencillo. La televisión la maneja Satanás,
porque está en manos de la masonería, y sabemos que la masonería es la
iglesia del demonio. Apaguemos el televisor y viviremos felices,
conservando más fácilmente nuestra pureza de cuerpo, corazón y mente.
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