Mensaje sobre el apostolado
Dios nos ayudará.
Se dice que en los primeros tiempos, el apóstol, suele hacer más mal que bien, porque el apóstol no está bien preparado y entonces tiene falta de tacto o de otras cualidades. Pero para no asustarnos con esta verdad, que nos impida empezar de una vez por todas a ser apóstoles del Señor, tenemos que recordar que Dios escribe derecho en líneas torcidas, y que si tenemos buena voluntad y ponemos lo mejor de nosotros, el Señor nos ayudará y tendremos éxito en la misión.
Si esperáramos a estar perfectamente formados para comenzar a evangelizar, entonces no empezaremos jamás a hacer apostolado.
Tengamos presente que Jesús no esperó a Pentecostés, cuando los apóstoles estuvieron perfectamente formados, para mandarlos de dos en dos; sino que ya los envió durante los tres años de vida pública de Jesús, cuando los discípulos sabían sólo los rudimentos de la fe. Y por ello el Señor, cuando los envía a las gentes, les dice que no entren en tierra de paganos o samaritanos; no porque ello fuera una deshonra, sino porque los discípulos y apóstoles eran todavía muy humanos y poco perfectos, y habrían despreciado a esas personas o se hubieran escandalizado.
Hay cosas que no entenderemos de entrada, sino que las comprenderemos con el paso del tiempo, como el Señor se lo da a entender en la Última Cena a sus apóstoles.
Entonces, cuando tengamos lo básico de la doctrina católica ya más o menos sabido, lancémonos al apostolado, que Dios nos ayudará, y con la misma misión iremos aprendiendo a ser apóstoles.
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