viernes, 5 de octubre de 2018

Caridad...

Matar el error, amar al que yerra

La caridad comienza por casa.
Hay personas que son muy amables y graciosas fuera de su casa, pero dentro de su hogar son fieras, que no saben perdonar y no soportan nada.
¡Cuidado! Que esto no nos esté sucediendo a nosotros, porque la caridad bien entendida empieza por casa, es decir, por nuestro hogar, con nuestros parientes.
Tengamos delicadezas de amor con los nuestros, porque son los más próximos, son los prójimos más cercanos a nosotros, y Jesús manda amar al prójimo como amamos al mismo Dios.
¿Qué diríamos de uno que se ocupara y preocupara de mejorar y salvar las almas de los lejanos, pero que descuidara la salvación y santificación de los parientes cercanos?
Hagamos el esfuerzo de ser muy delicados y amables con los nuestros, aunque cueste, porque tal vez ya nos conocen cómo somos y a veces es difícil que cambien su opinión sobre nosotros, pero no importa, hagamos el propósito de comenzar hoy mismo a ser más amables con todos los de casa, atentos, sonrientes, serviciales, porque el hogar es la mejor escuela para practicar la caridad de forma heroica.
Pensemos siempre en la Sagrada Familia de Nazaret e imitémosla, porque el demonio, hoy más que nunca, odia a los matrimonios y las familias y lleva la división dentro de ella, porque el demonio es odio y división, en cambio Dios es amor y unión.
Y si somos causa de división en nuestro hogar, si somos sembradores de discordias, entonces no estamos recogiendo con Cristo, sino que estamos desparramando, como dice el Señor en su Evangelio: “El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama”.
¡Atentos a esto! Comencemos a practicar el amor al hermano, primero por los de casa, amándolos entrañablemente, aunque tengan muchos defectos, porque sufrir pacientemente los defectos ajenos es una de las obras de misericordia, y quien practique la misericordia, la obtendrá también de Dios. Y todos necesitamos de la misericordia divina.

jueves, 4 de octubre de 2018

Cerámica...


Enviados...

Enviados por Cristo al mundo entero


«Nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, Cristo Jesús» (1C 3,11). Él es el único a quien «el Padre consagró y envió al mundo» (Jn 10,36), «reflejo de su gloria, impronta de su ser» (Hb 1,3), verdadero Dios y verdadero hombre; sin él nadie puede conocer a Dios como es debido, porque «nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar» (Mt 11,27). De donde se sigue que «restaurar en Cristo» (Ef 1,10) y hacer volver a los hombres a la obediencia a Dios, son una sola y misma cosa. Y es por ello que el fin hacia el cual deben converger todos nuestros esfuerzos, es llevar al género humano a reconocer la soberanía de Cristo. Una vez hecho esto, el hombre se encontrará, por ahí mismo, llevado a Dios: no un Dios inerte y despreocupado de las realidades humanas, como algunos filósofos lo han imaginado, sino un Dios vivo y verdadero, un Dios en tres personas en la unidad de su naturaleza, creador del mundo, haciendo llegar a todas las cosas su providencia infinita, justo dador de la Ley que juzgará la injusticia y dará su recompensa a la virtud.
Ahora bien, ¿dónde se encuentra el camino que nos hace llegar a estar junto a Jesucristo? Está delante de nuestros ojos: es la Iglesia. San Juan Crisóstomo ya nos lo dijo y con razón: «La Iglesia es tu esperanza, la Iglesia es tu salvación, la Iglesia es tu refugio». Es por esto que Cristo, después de haberla adquirido al precio de su sangre, la ha establecido. Es por esto que le ha confiado su doctrina y los preceptos de su Ley, prodigándole, al mismo tiempo, los tesoros de su gracia para la santificación y la salvación de los hombres. Ved pues, venerables hermanos, cuál es la obra que se nos ha confiado...: no tener otra meta que formar en todos a Jesucristo... Es la misma misión que Pablo atestigua haber recibido: «Hijitos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros» (Gal 4,19). Ahora bien, ¿cómo cumplir con semejante deber sin antes estar «revestidos de Cristo»? (Gal 3,27). Y revestidos hasta el punto de poder decir: «para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21).

miércoles, 3 de octubre de 2018

Maíz...

l mejor maíz

MazorcasUn agricultor participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su comarca, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba en primer lugar y se llevaba el trofeo al "Maíz del año".
Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul, recubriendo su pecho, que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no solo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.
Al final de la entrega de premios, los periodistas lo entrevistaron. Uno de ellos, perteneciente a la televisión, le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?
Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido:
- "¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?" Pero el agricultor le confirmó:
- "Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra.
Moraleja: Preocuparse de los demás es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos". Si decidimos estar en paz, no solo hemos de estar en paz con nosotros mismos, sino hemos de hacer que los demás consigan estar en paz. Y si queremos vivir felices, hemos de procurar que los demás sean felices también.

martes, 2 de octubre de 2018

Sto Evangelio...

JA
JMJ
Pax
Sus ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18,1-5. 10
Gloria a ti, Señor.
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

lunes, 1 de octubre de 2018

Palabra...

Mensaje espiritual

La Palabra de Dios.
Cuando el demonio le propuso a Cristo que convirtiera las piedras en panes, Jesús le contestó que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Aquí tenemos una gran verdad que pocas veces meditamos.
La Palabra de Dios es viva y operante. Nos da vida y, a quien la rechaza, le trae la muerte.
Encontramos esta Palabra especialmente en las Sagradas Escrituras, preferentemente en el Evangelio, donde habló la misma Palabra hecha carne, Jesucristo, Verbo eterno de Dios. Y también en la Tradición de la Iglesia y en lo que enseña el Papa y los Obispos en unión al Papa.
No dejemos de meditar todos los días esta Palabra, porque tiene riquezas inconmensurables que se van descubriendo solo con la reflexión y meditación.
Pidamos siempre al Espíritu Santo la gracia de comprenderla cada vez más profundamente y de entenderla como la entiende la Iglesia Católica, única intérprete autorizada por el mismo Dios.
Leamos menos libros y más Evangelio, ya que cada vez que lo leemos le iremos encontrando nuevos sentidos para nuestra vida, porque la Palabra de Dios es viva y tiene eficacia para convertirnos y cambiar nuestro corazón.
Jesús venció al diablo en el desierto con las citas de la Biblia. Nosotros lo venceremos también con citas de la Biblia y del Evangelio, por eso es necesario leer mucho la Sagrada Escritura, en especial el Evangelio, ya que con ello tendremos respuesta a todas las cuestiones e interrogantes que nos planteen los incrédulos, o cuando nos quieran ridiculizar los enemigos, porque el Evangelio tiene respuesta para todo. Jesús ha dado esas respuestas.
El cuerpo que no se alimenta, muere; el alma que no se alimenta, perece, y para evitar esto debe alimentarse de la Palabra de Dios, porque la inteligencia absorbe esta Palabra y la va elaborando en el interior, e incluso cuando duerme va meditando y asimilando las verdades eternas. Por eso es tan importante dejar de mirar televisión, por donde entra tanta maldad en nuestras almas y familias, y dedicar más nuestro tiempo a reflexionar y meditar las verdades eternas, la Palabra de Dios, así nuestro corazón se hace cada día más capaz de conocer a Dios, y así amarlo con todas las fuerzas y amar al prójimo como a nosotros mismos.