martes, 29 de enero de 2013

Youth...


Youth is not a time of life

It is a state of mind,
is a demonstration of the will.
A quality of imagination,
the vigor of the emotions,
predominance of courage over timidity;
the desire for adventure,
in contrast to the desire for convenience.

Nobody is old for only having lived
a number of years.
Aging is only when
ideals are abandoned.
Years wrinkle the skin;
renounce the ideals shrinks the soul.

The concern, doubt, lack of confidence,
fear and despair ... are factors
that after long years, they bow their heads
and route the spirit into the sunset.

That you're 70 or 16, there is always
in every human heart, the love of the marvelous,
the sweet admiration for the stars,
and for all that radiate light, other than shares
or thoughts, the intrepid challenge
of events, the unfailing
and infant appetite:
What's Next?

You are as young as your faith,
as old as your fear;
as young as your hope,
as old as your despair.

While your heart receives messages
beauty, joy, courage,
magnificence and power, land,
of men, and the infinite, you are young.

When all the springs have loosened
and all corners of the heart are covered
snow of pessimism and the ice of cynicism,
then, and only then,
you've got really old,
and, currently,
God have mercy on your soul.


Juventud...


La juventud no es una época de la vida

Es un estado de la mente,
es una demostración de la voluntad.
Una cualidad de la imaginación,
el vigor de las emociones,
el predominio del valor sobre la timidez;
el deseo de aventuras,
en contraste con el deseo de comodidad.

Nadie es viejo por sólo haber vivido
un cierto número de años.
Se envejece solamente cuando
se abandonan los ideales.
Los años arrugan la piel;
renunciar a los ideales encoge el alma.

La inquietud, la duda, la falta de confianza,
el temor y el desespero... son los factores
que al cabo de largos años, hacen inclinar la cabeza
y encaminar el espíritu hacia el ocaso.

Que se tengan 70 o 16 años, hay siempre
en todo corazón humano, el amor a lo maravilloso,
la dulce admiración por las estrellas,
y por todo lo que irradie luz, sean acciones
o pensamientos, el intrépido desafío
de los acontecimientos, el inagotable
e infantil apetito del:
¿Qué viene después?

Uno es tan joven como su confianza,
tan viejo como su temor;
tan joven como su esperanza,
tan viejo como su desesperación.

Mientras que tu corazón recibe mensajes
de belleza, de alegría, de intrepidez,
de magnificencia y de poder, de la tierra,
de los hombres, y del infinito, eres joven.

Cuando todos los resortes se han aflojado
y todos los rincones del corazón están cubiertos
por la nieve del pesimismo y el hielo del cinismo,
entonces, y sólo entonces,
habrás llegado realmente a viejo,
y, llegado este momento,
que Dios tenga misericordia de tu alma.


Reflexión de hoy...


REFLEXIÓN DEL DÍA
Seguidores de Cristo.
Los cristianos somos seguidores de Cristo, imitadores suyos. Pero muchas veces no imitamos al Señor, sino que obramos en forma diametralmente opuesta a lo que obraría el Señor. Si no a qué se debe que busquemos con tanta fiebre el dinero y los bienes materiales, y que nos preocupemos tanto por el qué dirán. Jesús no obró así, y nos dijo que buscáramos primero el Reino de Dios, pues todo lo demás nos vendría como añadidura. En cambio nosotros a veces buscamos la añadidura primero, y no pocas veces nos olvidamos del Reino de Dios, de anunciarlo.
Si el mundo está como está, es en gran parte porque los cristianos hemos venido a menos, no tanto en número, sino más bien en fervor, en convicción; porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos.
Es tiempo de despertar de este sueño en que nos tiene como narcotizados el demonio a través del materialismo que es como su encarnación. Tenemos que comprender de una vez por todas que las cosas materiales no nos pueden hacer felices, porque no estamos hechos para la Tierra, sino para el Cielo, y la tierra es un lugar de exilio y de paso, preparación y antesala del Cielo.
Si hacemos así, entonces poco a poco irá cambiando el ambiente donde nos movemos, al menos en nuestra familia, porque los demás, al ver nuestra coherencia de vida, y que no seguimos a la mayoría, también se convertirán y se entusiasmarán por la vida cristiana, que siempre es diferente a la vida mundana. Si así no lo fuera, entonces no es vida cristiana la que llevamos.