martes, 21 de enero de 2014

Papa Francisco...

Papa Francisco ‏@Pontifex_es
Si vivimos la fe en la vida diaria, el trabajo se convierte en una oportunidad  para transmitir la alegría de ser cristianos.

Perseverancia...

Perseverar es la contraseña

Voluntad firme. 
21-6-84                                                                                                         182 
Mensaje para los jóvenes: La juventud, la juventud toda necesita de nuestro Señor, necesita salvarse. Deben aprender a encaminar sus vidas.
Hijos míos: debéis vencer la inconstancia para dar paso a la perseverancia, a la fe en Dios. No la dejéis debilitar, sino que debéis aumentarla, confiad en El, dejad que penetre en vosotros su Palabra y descubriréis qué justo es el Señor.
Escuchadlo y abridle vuestro corazón.
Amén. Amén.
Dad a conocer. 
Leed: Hebreos C. 12, V. 1-2-3 
     1   Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta.
     2   Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la Cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del Trono de Dios.
     3  Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento.
 (Mensaje de María del Rosario de San Nicolás - Argentina) 
Comentario: 
Para perseverar en el bien hace falta, además de la ayuda de Dios, la firme voluntad del alma. Pero ¿podemos esperar que los jóvenes, y todos en general, tengan voluntad, cuando pasan horas y horas frente al televisor, que arruina la voluntad desde la infancia?
Todo lo que debilita la voluntad, hay que rechazarlo como demoníaco, pues es la voluntad la que peca, y la que se mantiene fiel. Si nos atacan la voluntad, entonces somos juguetes del demonio.
Pero la voluntad solamente no alcanza, sino que es necesaria la ayuda de Dios, que se obtiene por medio de la oración. Pero no rezaremos si no estamos convencidos de que la oración es hablar con Dios, que es un Padre que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Si no conocemos a Dios, si la gente y los jóvenes no conocen a Dios, entonces no lo amarán, y por lo tanto no rezarán, y muy pronto estarán envueltos en pecados graves.
Así que de estas cosas se desprende que es muy necesario dar a la gente un conocimiento de Dios, pues incluso sacerdotes en las Misas dan una visión de Dios muy pobre, cuando no hereje. ¿Y así cómo se pretende perseverancia? ¿Cómo se quiere inducir a la gente a que rece, si se le ha presentado una caricatura de Dios y de la vida? Si no se les dice a los jóvenes y a todos los hombres que la vida es un combate continuo, una prueba en que está en juego el destino eterno del alma, y quizás las de muchas almas encomendadas, entonces es lógico que pocos sean los que perseveran.
Si ya no se habla del Infierno, y de que éste es eterno, ¿quién pondrá los medios para evitar ir allí?

Santoral...

† Santoral             

Nuestra Señora de la Altagracia Advocación Mariana, Enero 21  

Nuestra Señora de la Altagracia

Patrona de República Dominicana

Tiene la República Dominicana dos advocaciones marianas: 
Nuestra Señora de la Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia (imagen de la izquierda), Protectora y Reina del corazón de los dominicanos. Su nombre: "de la Altagracia" nos recuerda que por ella recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Ella, como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".

Existen documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos hermanos a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.

La piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a este que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes; ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación mariana. Ya de vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda. 

Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al mercader diciéndole: "Esto es lo que usted busca". Era la Virgen de la Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio. El cuadro de Ntra. Sra. de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.

Sobre una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos. 

María de la Altagracia lleva los colores de la bandera Dominicana anticipando así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente, añadida a la pintura original. Un poco retirado hacia atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan Pablo II también visitó a la Virgen en su basílica en Higüey