martes, 28 de noviembre de 2017

Lectura...

Lectura espiritual

Ejemplo 14.
Salió del mundo para ir al cielo...
Un misionero redentorista escribe:
En el año 1959 mandé carta a diez mil enfermos, con la estampa de las tres Avemarías
Poco tiempo después me llamaba uno de ellos.
Era un hombre ilustre en el mundo de las Letras y de la Jurisprudencia.
Lo conocía desde hacía ocho años.
Al saludarle, me dijo:
–Le he llamado para que sea usted testigo de un milagro de conversión de un pecador, que hay que atribuir a la devoción de las Tres Avemarías.
–¿Dónde está ese pecador? –le dije.
Y él, seriamente, exclamó:
–Soy yo, Padre. Quiero confesarme. Y tenga paciencia porque tenemos para un buen rato.
–Según recibí su carta –siguió diciendo–, tomé la estampa y empecé a rezar mañana y tarde las tres Avemarías, con la jaculatoria impresa: “María, Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal”. Luego la corregí, para decir: “María, Madre mía, líbrame de morir en pecado mortal”... Y esta mañana he sentido el impulso de hacer lo que debiera haber hecho hace más de cincuenta años.
Le confesé... Un mes exacto después moría de repente.
Dos días antes le había vuelto a confesar, y me había dicho:
–Padre, yo voy a morir. Me falla el corazón desde hace un mes, desde aquel día que me oyó usted en confesión. ¡Es demasiada mi alegría y mi gratitud a la Santísima Virgen, para que pueda vivir más en este pícaro mundo!