domingo, 18 de noviembre de 2012

Oficio Divino...


Lunes 
19 de Noviembre de 2012 Tiempo Ordinario - Semana 33
Mes de María
Se meditan los Misterios Gozosos del Santo Rosario
SANTA ISABEL
DE HUNGRÍA
Memoria obligatoria 

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- Oración de la mañana -
más sobre la Liturgia de las Horas
Santa Isabel de Hungría. Lunes I del salterio.
  
   
INVOCACION INICIAL
   
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
   
   
INVITATORIO
    
Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.
      
Salmo 94
INVITACION A LA ALABANZA DIVINA
  
Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura el «hoy». (Hb 3,13)
   
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.
  
  
HIMNO
   
Dejado ya el descanso de la noche,
despierto en la alegría de tu amor,
concédeme tu luz que me ilumine
como ilumina el sol.

No sé lo que será del nuevo día
que entre luces y sombras viviré,
pero sé que, si tú vienes conmigo,
no fallará mi fe.

Tal vez me esperen horas de desierto
amargas y sedientas, mas yo sé
que, si vienes conmigo de camino,
jamás yo tendré sed.

Concédeme vivir esta jornada
en paz con mis hermanos y mi Dios,
al sentarnos los dos para la cena,
párteme el pan, Señor.

Recibe, Padre santo, nuestro ruego,
acoge por tu Hijo la oración
que fluye del Espíritu en el alma
que sabe de tu amor. Amén.
   
   
SALMODIA
   
Ant. 1 A ti suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
    
Salmo 5, 2-10. 12-13
ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
 
«Por la mañana escucharás mi voz» debe entenderse de la resurrección de Cristo.
 
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.

A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.

Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.

Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. A ti suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
  
  
Ant. 2 Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
   
Cántico
1Cro 29, 10-13
SÓLO A DIOS HONOR Y GLORIA
 
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en el cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.

Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
  
  
Ant. 3 Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
  
Salmo 28
MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD
 
Vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.» (Mt 3, 17)
   
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.

Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude al desierto,
el Señor sacude al desierto de Cadés.

La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
  
    
LECTURA BREVE
2Ts 3, 10b-13
   
Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan. Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien.
   
   
RESPONSORIO BREVE
   
V. Bendito el Señor ahora y por siempre.
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.
   
V. Solo él hizo maravillas.
R. Ahora y por siempre.
   
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.
   
   
CANTICO EVANGELICO
   
Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.
   
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
EL MESIAS Y SU PRECURSOR
    
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.
   
  
PRECES
    
Proclamemos la grandeza de Cristo, lleno de gracia y del Espíritu Santo, y acudamos a él diciendo:
 
Concédenos, Señor, tu Espíritu.
 
Concédenos, Señor, un día lleno de paz, d alegría y de inocencia para que, al llegar a la noche, podamos alabarte con gozo y limpios de pecado.
 
Que baje hoy a nosotros tu bondad y haga prósperas las obras de nuestras manos.
 
Muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz para que durante todo el día sintamos cómo tu mano nos protege.
 
Mira con bondad a cuantos se han encomendado a nuestras oraciones y enriquécelos con toda clase de bienes.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres (aquí se puede pedir por la comunidad CENACULUM, sus miembros y todas sus intenciones, procurando respetar el espíritu eclesial de las peticiones)
   
Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó:
   
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
  
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
   
  
ORACION
   
Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y venerar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, que sirvamos siempre a los necesitados y afligidos con una incansable caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
  
  
CONCLUSION
  
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
   

    
VÍSPERAS
 - Oración de la tarde -
más sobre la Liturgia de las Horas
Santa Isabel de Hungría. Lunes I del salterio.
  
   
INVOCACION INICIAL
   
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio,  ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    (Aleluya)
   
   
HIMNO
  
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz, que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva,
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Haz que mi pie vaya ligero.
Da de tu pan y de tu vaso
al que te sigue, paso a paso,
por lo más duro del sendero.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo.
¡Tantos me dicen que estás muerto!
Y entre la sombra y el destierro
dame tu mano y ven conmigo. Amén.
  
  
SALMODIA
  
Ant. 1 El Señor se complace en los justos.
   
Salmo 10
EL SEÑOR, ESPERANZA DEL JUSTO
 
Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados. (Mt 5, 6)
 
Al Señor me acojo, ¿por qué me dices:
«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia, él lo detesta.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
  
Ant. El Señor se complace en los justos.
   
  
Ant. 2 Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
   
Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
 
Os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo. (Hb 12, 22)
 
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
  
Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
   
  
Ant. 3 Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
  
Cántico
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
   
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
  
Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
   
  
LECTURA BREVE
Col 1, 9b-11
 
Llegad a la plenitud en el conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así caminaréis según el Señor se merece y le agradaréis enteramente, dando fruto en toda clase de obras buenas y creciendo en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de su gloria, podréis resistir y perseverar en todo con alegría.
  
  
RESPONSORIO BREVE
    
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
 
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Porque he pecado contra ti.
 
V. Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
  
  
CANTICO EVANGELICO
    
Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.
  
Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
ALEGRIA DEL ALMA EN EL SEÑOR
   
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
   
Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.
   
   
PRECES
   
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que recordando siempre su santa alianza, no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:
  
Favorece a tu pueblo, Señor.
  
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.
  
Congrega en la unidad a todos los cristianos: para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.
  
Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos: que encuentren en ti, Señor, su verdadera felicidad.
  
Muestra tu amor a los agonizantes: que puedan contemplar tu salvación.
   
Se pueden añadir algunas intenciones libres (aquí se puede pedir por la comunidad CENACULUM, sus miembros y todas sus intenciones, procurando respetar el espíritu eclesial de las peticiones)
   
Ten piedad de los que han muerto y acógelos en el descanso de Cristo.
    
  
Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó Cristo:
    
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
  
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
   
  
ORACION
   
Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y venerar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, que sirvamos siempre a los necesitados y afligidos con una incansable caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
  
  
CONCLUSION
   
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
  

    
- Oración antes del descanso nocturno -
más sobre la Liturgia de las Horas
   
   
INVOCACION INICIAL
   
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    (Aleluya)
   
   
EXAMEN DE CONCIENCIA
   
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
   
Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade la siguiente fómula penitencial:
    
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos, y a vosotros hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
   
   
HIMNO
   
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
  
  
SALMODIA
    
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
   
Salmo 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES
   
Bendito sea Dios, que nos consuela en todas nuestras luchas. (2Co 1, 3. 4)
   
Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
"Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios."

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
      
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
   
   
LECTURA BREVE
1Ts 5, 9-10
   
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
  
   
RESPONSORIO BREVE
  
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    (T. P. Aleluya, aleluya.)
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    (T. P. Aleluya, aleluya.)
    
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. (Fuera del T. P.) Te encomiendo mi espíritu.
    (T. P.) Aleluya, aleluya.
   
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    (T. P. Aleluya, aleluya.)
   
   
CANTICO EVANGELICO
   
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.)
   
  
Cántico de Simeón
Lc. 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
  
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
  
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
  
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
  
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.)
  
  
ORACION
    
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
  
  
CONCLUSION
 
Bendición
  
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila
     y una santa muerte.
R. Amén.
   
   
Antífona final de la Santísima Virgen
   
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo, siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.



Pensar...


Un pensamiento
“¡Qué dicha es tener a María por Madre! No pierda tan dulce compañía, que con ella está siempre Jesús”.
Santa Maravillas de Jesús 
Comentario: 
Si la vida cristiana consiste en ser santos, y la santidad es la unión con Dios, con Jesús, entonces debemos siempre buscar unirnos a Él, y para unirnos debemos encontrarlo. Por eso si queremos hallar al Señor, lo encontraremos siempre en el seno de María, porque no hay lugar ni criatura en el universo donde Jesús more más agradablemente que en María Santísima.
Vayamos a María si queremos tener a Jesús, y estemos seguros de que si tenemos gran devoción a la Virgen jamás seremos engañados por el espíritu del mal, porque María descubre todas las asechanzas del diablo y nos guía hacia Jesús de modo seguro y sin errores.
Tenemos que aprender a vivir con María, preguntándole todo a Ella: ¿qué debemos hacer?, ¿qué debemos decir?, y todo en general, como hacen los buenos hijos con sus madres de la tierra. Y María es nuestra Madre del Cielo que está al lado de cada uno de nosotros no sólo en espíritu, sino también con su cuerpo glorioso, porque después que Ella fue asunta al Cielo, también está en la Tierra, en todas partes, con su alma y su cuerpo.
Si practicamos y vivimos estas verdades, entonces seremos los hombres y mujeres más felices de la tierra, porque con tan grata compañía no hay nada que temer, y los dolores más grandes se hacen soportables reclinándonos sobre el pecho de María.

Mes de la Virgen María...


DÍA DOCE (18/NOV)
La plegaria de la noche
CONSIDERACIÓN. – Cada noche hay, para aquel que ha llenado laboriosamente su día, una
satisfacción bien legítima, al ver llegar, al fin, la hora del reposo. Mas, antes de entregarse al sueño, el
cristiano desea santificar esas horas de la noche, haciéndolas preceder de una plegaria, en la cual da
gracias a Dios, por los favores que ha recibido y solicita su protección todopoderosa.
Después, manteniéndose en su presencia, examina seriamente su conciencia y, como un negociante,
que, cada noche, no deja de poner sus cuentas en orden, se pregunta si, desde el punto de vista de su
salvación, hay pérdida o ganancia para él. Cuando ha reconocido sus faltas, se humilla por ellas delante
de Dios, pidiéndole perdón y prometiéndole evitarlas en el porvenir. La muerte podría sorprenderle
durante ese sueño, del cual es la imagen; él está sometido a la voluntad de Dios y de antemano, acepta la
decisión tomada por el Soberano Maestro, sobre nuestros destinos.
María también, conoció la necesidad del reposo. Pero ¡con cuánta perfección lo ha santificado,
ofreciéndolo a su Creador! Sus ojos se cerraban a la luz material, pero su corazón vivía unido al Señor,
pues Ella cumplió su voluntad.
Imitemos a nuestra Madre y así, ni un solo instante de nuestra vida, aún de aquellos que
consagramos al sueño, será perdido para la eternidad.
Hay, no obstante, hombres bastante insensatos que no consagran a Dios ni el comienzo ni el fin de
cada día. Es a éstos, a quienes se dirigen las palabras de San Bernardo: “Cuando dais a un pobre mendigo
un pedazo de pan, no abandona vuestra puerta sin daros las gracias. Y Dios os ha alimentado todo el día,
no solamente a la noche sino también a la mañana y al mediodía y queréis acostaros sin haber agradecido
a vuestro bienhechor.
Vuestro criado os desea buenas noches y le agradecéis y cuando se trata de Dios, que puede no
solamente desearos sino acordaros una buena noche, no le hacéis un saludo ni un signo de gratitud.
¡Qué proceder extraño e inconcebible!
EJEMPLO. – San Alfonso de Ligorio, había tenido la felicidad de nacer de padres cristianos.
La piadosa madre no descuidaba nada, para cultivar en el corazón de sus hijos, el germen de la
virtud.
Cada mañana y cada noche los reunía e inspiraba a sus tiernos corazones el amor a Dios y una tierna
devoción a la Santa Virgen.
San Alfonso, todavía niño, mostraba gran afición hacia esos piadosos ejercicios.
Oía inmóvil, el curso de instrucción religiosa que daba su madre y luego, cuando llegaba el
momento de la plegaria de la noche, su modestia, su recogimiento, su fervor, eran para todos, un motivo
de grande edificación.
PLEGARIA DE SAN EFRÉN. - ¡Oh Santa Madre de Dios, protegednos, conservadnos bajo las alas
de vuestra misericordia!
Toda nuestra confianza está en Vos.
¡Oh Virgen Inmaculada! nosotros os estamos consagrados y nos ponemos bajo vuestra protección
para siempre. Así sea.
RESOLUCIÓN. – No omitiré jamás, la oración de la noche.
JACULATORIA. – Virgen poderosa, rogad por nosotros.