domingo, 26 de enero de 2014

Uncle Albert Admiral Halsey - PAUL McCARTNEY AND WINGS

La Voluntad de Dios...

¡HÁGASE TU VOLUNTAD!
(Mt 6,10; 7,21; 15,50; Lc 6,47-49; 8,21; Mc 3,35)
  
Cuando el terror y la guerra
quemen con rayos de horror
todas mis ansias de paz:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando las olas del mundo
rompan mi cuerpo en las rocas
de envidia, odio y maldad:
¡Hágase tu voluntad!

Cuando las cuevas umbrías
brillen como altas montañas
hundiéndome en su oquedad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando el humano egoísmo
viole el aliento de mi alma
llena de tu caridad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando el puñal del amigo
clave mi abrazo de hermano
en la cruz de la amistad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando me inunden las lágrimas,
ciega de amor traicionado
por la brutal veleidad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando el fruto de mi vida,
ávido de otros parajes,
me inmole en su libertad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando a una rama de mi árbol
corte el hacha de la muerte
o invada la enfermedad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando se hiele mi invierno,
frío de ausencia y de olvido,
de abandono y soledad:
¡Hágase tu voluntad!.

Cuando al final de la vida
llame la tierra a mi cuerpo
y llames Tú a eternidad:
¡Hágase tu voluntad!.

 
Emma-Margarita R. A.-Valdés
Del libro "Versos de amor y gloria"

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)

Pruebas...

La fe se prueba en el dolor. 

Es relativamente fácil creer cuando todo nos va bien, cuando los días se van sucediendo unos a otros de forma tranquila y sin sobresaltos. Pero cuando sobreviene la desgracia y las cosas no nos salen como pensábamos, e incluso parece que todo nos sale al revés, es entonces ahí donde se prueba nuestra fe. Y si a pesar de todo, seguimos creyendo en Dios, seguimos confiando en Él, en su amor por nosotros, entonces sí que nos hacemos adultos en la fe, y merecemos premio del Señor.

Los ángeles y los santos contemplan maravillados a estos hombres y mujeres que en medio de mil tribulaciones saben seguir creyendo en Dios.

Pero si además, estas personas no sólo creen en Dios, sino que transmiten la fe y son ayudas para sus hermanos desanimados, ahí sí que se elevan a gran altura en el camino escarpado de la santidad.

Ya nos dice San Pablo que quien esté seguro, cuide de no caer, y que no hagamos alarde de nuestra fe, porque todavía no hemos derramado la sangre por Cristo y por el Evangelio.

Así que roguemos a Dios que nos ayude a tener esa fe fuerte que es ayuda en el camino de la vida, que es una luz en medio de la oscuridad de la tribulación y el sufrimiento, para que con ella alumbremos nuestra vida y las vidas de muchos hermanos.

Felíz domingo para todos...
Dios los bendiga, amén...