lunes, 10 de julio de 2017

Escándalos...

¡Ay de los escandalosos!

Jesús dijo a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y le precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. (Lc 17, 1-2).
Hoy son legión los que escandalizan a todos, principalmente a los niños. Desde los medios de comunicación social masiva se incita a la juventud a invertir todas las verdades, a poner al placer como mayor objetivo en la vida.
Pero es que desde los gobiernos se quiere borrar a Cristo y a su Iglesia, dejando una humanidad bestializada por las potencias del Infierno.
No falta mucho para que sobre este mundo caiga un gran castigo, porque como en otro tiempo en Sodoma y Gomorra, hoy la humanidad está pervertida.
El mundo camina hacia su evolución espiritual: los buenos se hacen más espiritualmente buenos; y los malos, se hacen más espiritual y diabólicamente malos. Es necesario que se cumpla todo el bien y todo el mal que debe suceder. Pero ¡ay de quienes sean instrumentos del mal!, más les valdría no haber nacido.
Si muchas almas santas pasaron largo tiempo en el Purgatorio por cosas insignificantes, ¿qué podemos pensar de esta humanidad que vive en el pecado y que no quiere levantarse a pesar de todas las llamadas del Cielo?
Los gobernantes de la tierra tienen el mismo plan de aniquilar la Iglesia y combatir contra Cristo. Los reyes de la tierra se han confabulado, como bien lo dice el salmista. Pero Dios se ríe de esta locura y presunción humanas, y en su momento Dios hablará en su furor, y los que confían en los demonios, serán abandonados por ellos.
No creamos que Dios no ve todo el mal que se comete, a la vista y escondido; ni creamos que el Señor no castigará ejemplarmente a los escandalosos. Sólo que Dios tiene paciencia porque no quiere que los pecadores se pierdan, y da tiempo para que al menos algunos reaccionen y se conviertan y salven. Porque Dios tiene toda la eternidad para castigar a los malos en el Infierno; pero ahora usa de Misericordia y paciencia.
Y tenemos que darnos cuenta de que también con nosotros ha usado de misericordia y paciencia, pues si nos hubiese castigado ni bien pecamos, no estaríamos en este mundo. Pero Dios tiene paciencia con los pecadores. Ya tendrá la eternidad para dar a cada uno lo que le corresponde.
En cuanto a nosotros, tratemos de no perder el rumbo, sino sigamos por el camino del bien, que es estrecho y cuya puerta es angosta, pero que es el único que conduce al Paraíso.
En un abrir y cerrar de ojos Dios hará justicia. Tratemos de obrar bien para que su espada no caiga sobre nosotros ni en el tiempo ni en la eternidad.