viernes, 7 de diciembre de 2012

Mes de la Virgen María...


DÍA TREINTA Y UNO (7/DIC)
María, nuestra Protectora y Reina
CONSIDERACIÓN. – Ninguno de los días de nuestra vida pasará, esperámoslo, sin que
presentemos a la Santísima Virgen nuestros piadosos homenajes.
Tenemos sin cesar, necesidad de la protección todopoderosa de Aquella que es, al mismo tiempo,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
No olvidemos jamás que somos sus hijos, que Ella nos ama y que quiere nuestra felicidad.
Ella nos obtendrá todas las gracias necesarias para cumplir la obra de nuestra salvación.
Consagrémosle, pues, terminando estas lecturas, nuestra persona, nuestra familia y pongámonos bajo su
guarda, bajo su protección tutelar. Por su intercesión los pecadores se salvan, los enfermos se curan; Ella
da a los débiles la fuerza y la victoria a los ejércitos. Nada le cuesta para escuchar nuestras súplicas y
necesitándose milagros, Ella los obtiene del Señor, para aquellos que le han entregado su esperanza y
confianza.
CONSAGRACIÓN DE SAN LUIS DE GONZAGA, A LA SANTA VIRGEN. – Virgen Santa ¡oh
María! mi guía y Soberana, yo vengo a arrojarme al seno de vuestra misericordia y a poner, desde este
momento y para siempre, mi alma y mi cuerpo bajo vuestra sagrada guardia y protección especial. Os
confío y entrego en vuestras manos todas mis esperanzas y consuelos, todas mis penas y miserias, como
también el curso y fin de mi vida, a fin de que por vuestra santísima intercesión y por vuestros méritos,
todas mis obras sean hechas según vuestra voluntad y para agrado de vuestro divino Hijo.
RESOLUCIÓN. – Renovaré frecuentemente la consagración de mí mismo, a la Santa Virgen.
JACULATORIA. – María, Reina de todos los santos, rogad por nosotros.
EJEMPLO. – Caracterizaba sobre todo a San Leonardo de Puerto Mauricio, su tierna devoción y su
profundo amor a la Madre de Dios. Cada noche, recitaba el rosario, cada vez que oía sonar la hora, decía
un Ave María. Celebraba todas las fiestas de la Reina del Cielo con tierna devoción y llevaba siempre
consigo una de sus imágenes. María recompensó este amor con usura. Así, San Leonardo decía más tarde:
“Cuando recuerdo todas las gracias que he recibido de la Santa Virgen me figuro ser como una capilla de
peregrinación, en la cual, de todos lados, cuelgan ex-votos.
No tenéis más que leer, estoy todo cubierto de inscripciones, por dentro y por fuera, en el cuerpo
tanto como en el alma; no creo más que los favores de María. Mi salud física y moral, mi sacerdocio, mi
hábito religioso, todo lo he recibido por la gracia de esta buena madre. Sobre mi corazón se encuentra
grabado: Por la gracia de María; sobre mi lengua: Por la gracia de María.
Sed bendita sin fin, ¡oh dulce y tierna Madre, mi protectora bien amada!
Por toda la eternidad, cantaré las misericordias de María y si tengo la felicidad de salvarme, no será
sino por la intercesión de mi soberana, la incomparable Reina de los Cielos”.
PLEGARIA DE SAN BERNARDO, PARA TODOS LOS DÍAS. – Acordaos, ¡oh piadosísima
Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de aquellos que han acudido a vuestra protección e
implorado vuestro socorro, haya sido abandonado. Animado con tal confianza, acudo a Vos ¡oh dulce
Virgen de las vírgenes! me refugio a vuestros pies, gimiendo bajo el peso de mis pecados. No despreciéis,
¡oh Madre del Verbo!, mis humildes plegarias; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Así sea.
JACULATORIA. – Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos


Un plan de Vida...


Un plan para la vida



Sección: Resumen doctrina

Unos buenos propósitos que te llevarán a tratar continuamente a Dios y a cumplir con tus obligaciones de familia, en el trabajo, con la sociedad y todo con una enorme alegría.
La práctica de algunos actos de piedad nos llevará, sin darnos cuenta, a tener una vida contemplativa en medio de los quehaceres ordinarios.
Lo primero que hemos de hacer para ser buenos cristianos es procurar vivir en gracia de Dios, evitando para ello todo pecado mortal; y como queremos amar a Dios sobre todas las cosas, trataremos incluso de evitar todo pecado venial.
La práctica de algunos actos de piedad nos llevará, sin darnos cuenta, a tener una vida contemplativa en medio de los quehaceres ordinarios. Un plan de vida cristiana vivido con seriedad e interés puede ser el medio para conseguir que nuestra vida no sea inútil ni estéril, de tal manera que viviremos como verdaderos hijos de Dios.
Cada día[1]
• Tener una hora fija para acostarse y para levantarse.
• Ofrecer a Dios el trabajo de la jornada bajo la intercesión de la Virgen María.
• Hacer un rato de oración mental (15 minutos). De preferencia antes de la Misa.
• Asistir a la Santa Misa y recibir la comunión siempre que sea posible. Es el mejor sacrificio que se puede ofrecer a Dios.
• Al mediodía: rezar el Angelus (durante el tiempo pascual el Regina Cœli).
• Rezar el Santo Rosario, si es posible en familia.
• Leer durante unos minutos, meditándolo, el Nuevo Testamento o un libro espiritual.
• Antes de retirarse a descansar, dedicar unos minutos a examinar brevemente cómo ha ido el día.
• Trabajar con intensidad. La santificación del trabajo ordinario es la meta primordial del cristiano.
• El domingo es el día del Señor. La Santa Misa debe ser el centro de la jornada. Es también un día dedicado especialmente a la familia, el descanso y el propio enriquecimiento espiritual.
• Si durante la semana no es posible recibir la comunión, será bueno hacerlo los domingos y días de precepto.
Cada mes
• Confesarse, con verdadero arrepentimiento, aunque no haya pecados mortales, para recibir la gracia sacramental.
• Recibir dirección espiritual con un sacerdote sabio, prudente y experimentado.[2]
• Día de retiro espiritual: dedicar unas horas a considerar nuestra relación con Dios. Delante del Santísimo Sacramento siempre que sea posible.
Cada año
• Curso de retiro o ejercicios espirituales: dos o tres días en silencio, conversando a solas con Dios, son una gran oportunidad para una nueva conversión. El alma, como el cuerpo, necesita vacaciones.
En todo momento
• Mantener la presencia de Dios con jaculatorias, comuniones espirituales y actos de amor y reparación.
• Considerar que somos hijos de Dios: tratar de agradarle en todo lo que hacemos, como un niño trata de agradar a su padre.
• Agradecer a Dios todo lo que nos da.
• Hacerlo todo por amor de Dios: purificar nuestra intención haciendo actos de contrición y desagravio por los pecados propios y ajenos.
• Tratar de vivir como nos hubiera gustado haberlo hecho a la hora de la muerte. Así no tendremos miedo a la muerte y moriremos de la misma manera que hayamos vivido.
Devociones durante la semana
- Domingo La Santísima Trinidad.
Asiste con fervor a la Santa Misa y recibe la Comunión si es posible.
- Lunes Las almas del Purgatorio.
Ruega por las almas de tus parientes, amigos y bienhechores.
- Martes Los Ángeles Custodios.
Acude a menudo los Ángeles Custodios pidiéndoles ayuda. Reza especialmente a tu Angel de la guarda.
- Miércoles San José.
Invócale como patrono de la buena muerte.
- Jueves La Santísima Eucaristía.
A lo largo del día, haz frecuentes comuniones espirituales y, si es posible, una visita al Santísimo.
- Viernes La pasión y muerte de Jesucristo.
Medita la Pasión y Muerte del Señor utilizando, por ejemplo, el Vía Crucis.
- Sábado La Santísima Virgen María.
Reza la Salve u otra devoción mariana.
 

¡ Ave María puríssima !

Gracias por tu apoyo. Recemos unos por otros.

Unidos en el Corazón de la Sagrada Familia,