domingo, 16 de diciembre de 2012

Mirá que belleza...


Sto Rosario...


Mensaje sobre el Santo Rosario

El Reino vendrá.

Adoramos su santidad al desear que su nombre sea santificado. Reconocemos su soberanía y la justicia de sus leyes, anhelando la llegada de su Reino y ansiando que le obedezcan los hombres en la tierra como  le obedecen los ángeles en el cielo.

Comentario:

Jesús ha venido a la tierra para traer su Reino de amor, porque el Reino de Dios debe hacerse presente en el mundo. Por eso todo lo que hagamos por instaurar todas las cosas en Cristo, son buenas, y una de ellas es rezar el Padrenuestro del Rosario, puesto que pedimos a Dios que venga su Reino a la tierra.

Entonces cuando rezamos el Rosario, rogamos a Dios en cada padrenuestro, que venga su Reino al mundo, para que los hombres vivamos en un nuevo paraíso terrenal, porque la misión de Jesucristo no está concluida todavía, sino que falta la realización de la promesa que desde antiguo hizo Dios en las Sagradas Escrituras: el Reino mesiánico, el Reino que pedimos en el Padrenuestro, y que infaliblemente vendrá, porque es promesa de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.

Cada vez que rezamos bien el Rosario, estamos dando un duro golpe al Mal, destruimos una parte de su reino y de su poder, porque cada Rosario bien rezado es como una cadena que envuelve personas y acontecimientos, librando a las almas del poder del Maligno, y también preservando a las personas de accidentes de todo tipo.

Si rezamos el Rosario todos los días, nos sentiremos como protegidos por el Cielo, y todo nos saldrá bien y todo tendrá un final feliz, porque hasta cuando las cosas se compliquen, todo se resolverá satisfactoriamente si rezamos todos los días el Santo Rosario, pues la Virgen en una de sus promesas, nos asegura que quien reza su Rosario no será vencido por la desgracia.


Jesús y María...


Mensaje a los consoladores de Jesús y María

Ir a Misa.

Jesús, sé que no hay nada que te consuele más que cuando yo voy, a pesar de mis ocupaciones y trabajos, a Misa, a presenciar el Santo Sacrificio de la Misa, en que Tú, junto con tu Madre, se ofrecen nuevamente al Padre eterno. Sé que no hay nada más bello que pueda hacer en este mundo, nada que te sea más agradable que esto, que yo participe de la Misa. Porque en la Misa vuelves a entregar tu vida, y Tú has querido que los que no vivimos en tu época, podamos ahora ir a consolarte en el momento del ofrecimiento en la Cruz, ya que para eso has instituido la Santa Misa.

Y yo que me ocupo y preocupo por tantas cosas vanas, inútiles y no pocas veces pecaminosas, en lugar de ir a Misa todos los días. Porque ¿es en verdad imposible que yo vaya a Misa todos los días, o es por dejadez u otro motivo, que no concurro? Tengo que pensar bien por qué no voy a Misa, y al menos hacer el propósito de ir los domingos, como manda la Iglesia, un mandato de amor, porque yendo a la Misa te estamos consolando y recibimos innumerables gracias para nosotros y para nuestros seres queridos.

Jesús, a partir de hoy, quiero ser más asiduo participante de tu Banquete Celestial, concurriendo a Misa y haciendo todo para agradarte, para quitarte esas espinas que los hombres, todos, te clavamos en tu Divino Corazón y en el Inmaculado Corazón de Tu Santísima Madre.

Quiero aprovechar a ir a Misa mientras haya Misas, porque vendrá un día, quizás no muy lejano, en que dominará el Impío, y suprimirá la celebración del Santo Sacrificio, y se hará muy difícil y peligroso asistir a la Misa, celebrada ocultamente por buenos y fieles sacerdotes. ¡Ojalá yo aproveche este tiempo de gracia que se me concede para ir lo más frecuentemente posible a Misa, a consolarte!