lunes, 9 de junio de 2014

Mensaje...

Mensaje espiritual 

El Gran Don. 
Como católicos estamos acostumbrados a pedir dones a Dios, pero muchas veces nos olvidamos de pedir el “Don” por excelencia, que es el Espíritu Santo.
Efectivamente quien obtiene el Espíritu Santo, se puede decir que lo ha obtenido todo, porque ya el Señor en el Evangelio nos ha dicho que le pidamos al Padre, que Él nos dará cosas buenas, y hasta nos dará lo más excelente, que es el Espíritu Santo.
Dejemos de lado tantas peticiones materiales, y oremos porque el Señor nos conceda su Espíritu, pues teniéndolo, lo tendremos absolutamente todo.
Y éstas son palabras de la misma Santísima Virgen, que en Medjugorje daba este mensaje al mundo:
21-10-1983: "Lo más importante es rezar al Espíritu Santo para que descienda sobre vosotros. Cuando uno lo posee, lo tiene todo".
Y si la Virgen nos da este secreto, es para que lo aprovechemos, ya que nosotros muchas veces pedimos sólo la añadidura, es decir bienes materiales, temporales e inmediatos; cuando en realidad, si pedimos el Don del Espíritu Santo, con él nos vendrán todos los bienes, incluso materiales, de forma magnífica.

Tengamos más fe y pidamos el Paráclito para nosotros, para nuestros seres queridos y para el mundo entero, porque la salvación del mundo depende de que se realice un nuevo Pentecostés, que incendie los corazones de los hombres con el fuego del amor de Dios, para que esta humanidad vuelva a los brazos del Padre celestial y la Alegría reine en el mundo.

Estamos a tiempo...

Vuelve a empezar   

Estamos a tiempo.
Si vivimos en este mundo entonces estamos todavía a tiempo de volver a empezar, puesto que, como dice el dicho popular: “Mientras hay vida hay esperanza”.
Y un ejemplo claro de esto que decimos, lo tenemos en Dimas, el Buen Ladrón, que a pesar de haber tenido toda una vida desarreglada, en el último instante de su existencia, pudo rectificar todo drásticamente con una sincera vuelta a Dios, y no sólo que se salvó del Infierno, sino que ese mismo día entró al Cielo sin pasar ni siquiera por el Purgatorio. Él tuvo tiempo de volver a empezar en el último momento de su vida.
Así que también nosotros, si tenemos vida todavía, estamos siempre a tiempo de volver a empezar. Y no vale el decir que nos queda poco tiempo para “hacer cosas”, porque no se trata tanto de actividades, sino más bien de nuestra alma, de volver a empezar naciendo de nuevo, aunque sea en el último instante, para ganarnos el Cielo, “robándolo” como lo robó el Buen Ladrón a último momento.
Recordemos este ejemplo porque nos puede servir de mucho para cuando estemos ya mayores, o por alguna enfermedad estemos al borde de la muerte, y nos lamentemos porque “ya no hay tiempo”.
Siempre hay tiempo, hasta el último instante, de volver a empezar, es decir, de volvernos a Dios y comenzar una vida nueva, ya sea en la tierra o en el Cielo.