jueves, 3 de noviembre de 2016

Entender...

Aunque no entendamos.

Una tentación muy frecuente en nosotros es el querer entenderlo todo de una vez, de antemano, cuando ni siquiera la Santísima Virgen lo entendió todo de una vez, sino que iba descubriendo la voluntad de Dios en cada acontecimiento de su vida, a medida que se iba desarrollando todo.
Nosotros también iremos entendiendo de a poco, y quizás algunas cosas sólo las entenderemos en el Cielo, porque lo importante en este mundo no es “entender”, sino “confiar”, “creer” en Dios y en que Él es Bueno y quiere lo mejor para nosotros y para todos.
También es una gran tentación moderna el querer penetrar con la inteligencia y la razón los misterios de nuestra fe. Esto es un grave error, porque con nuestra pobre cabecita no podemos entender los sagrados misterios ya que trascienden nuestra razón.
Aparte el creer, el tener fe, es meritorio, porque caminamos y actuamos por fe, a veces sin entender, pero confiando en Dios y en que Él nos va guiando, y guía también los acontecimientos del mundo por designios inescrutables que llevarán al triunfo de Dios y de sus hijos.
No nos quedemos preguntándonos los porqués de las cosas que nos suceden, sino creamos y confiemos en Dios, y quizás pronto tendremos una respuesta con el desarrollo de los acontecimientos. Y si no, en el Paraíso entenderemos todos los misteriosos porqués.
Jesús nos enseñó a rezar el Padrenuestro, y en esta oración nos hace pedir el pan cotidiano. Con ello nos da a entender que tenemos que pedir el alimento día por día, y no todo de una vez. Es decir que debemos rezar cada día por el pan del día, y en el pan está comprendido todo lo que necesitamos cada día para vivir: las gracias, los dones, lo material, lo espiritual, la voluntad de Dios, y lo que debemos entender cada día, de a poco, sin quererlo comprender todo de una vez.
Si hacemos así, viviremos felices, como los pajaritos a quien tanto ama el Señor, que con el alimento de cada día cantan contentos y les basta sólo una simple ramita para posarse y cantar de alegría por el día que Dios les regala.
Seamos sencillos, simples como los pajarillos, y veremos que no es tan complicada la vida como a veces nos parece.
Que Dios nos ilumine estas verdades, para vivir con la paz en nuestros corazones, y ser felices en este mundo.