martes, 11 de diciembre de 2012

Adviento...


Adviento, tiempo de esperanza

Cuando llegue el deseado,
el que mi amor espera,
adornaré mi casa con lámparas y flores.
Me embelleceré con vestidos de fiesta,
ahuyentaré animales, apagaré los ruidos,
y pondré vigilantes a la puerta.

Cuando llegue Jesús,
por el que estoy en vela,
lavaré sus pies con un agua de rosas,
le perfumaré con finas esencias,
tendré a punto sus manjares preferidos,
y música escogida, siempre nueva.

Cuando llegue el anunciado
por todos los profetas,
no podrá engañarme, aunque lo intente,
como hizo con María Magdalena.
Captaré desde lejos su perfume,
notaré sin palabras su presencia.

Cuando llegue, cuando llegue….
¡Pero si Él siempre llega!
Mientras estabas esperándole,
te pidió mil veces que le abrieras,
y tus ojos no lo reconocieron,
cuando pobre y cansado llamaba a tu puerta.

Se hacia presente junto a ti, el amigo,
mientras mirabas hacia fuera,
y te ocupabas de tu casa y de tus cosas,
esperando que fuera primavera;
pero Él sufría el frío del invierno,
sin poder acercarse al fuego de tu hoguera.

Llegaba el esperado de los siglos,
el más desamparado de la tierra,
mientras tú te afanabas,
y ponías solamente manjares en la mesa.
Pero Él se doblaba de hambre y de fatiga,
esperando que lo vieras y acogieras.