sábado, 24 de noviembre de 2012

Que viva el amor. El virtual también.

Que viva el amor. El virtual también.

Tema de hoy...


Tema de hoy

Pedir mucho. 
Somos pobres hombres necesitados de todo, y Dios tiene todo lo que nosotros necesitamos. Por eso no tenemos que cansarnos de pedir a Dios todo, desde lo material, hasta lo espiritual, porque el Señor nos quiere conceder cosas grandes, y nosotros, muchas veces, pedimos bien poco o muy miserablemente.
A Dios le cuesta menos dar mucho, que dar poco, porque para dar mucho Él se brinda como es, es decir, infinito. Pero para dar poco se debe hacer violencia y ponerse límites.
Entonces, sabiendo esto, ¡qué osados debemos ser en pedir cosas al Señor! Porque Él nos quiere conceder mucho, todo.
Pero hay que saber que cuando Dios otorga una gracia, un don, un bien, esto implica un compromiso de parte nuestra, porque Dios no olvida el favor que nos hizo y quiere en cambio que respondamos adecuadamente a ese regalo.
En primer lugar tenemos que usar el bien recibido para hacer el bien, y que no sea motivo de alejarnos del buen camino.
En segundo lugar, tenemos que actuar como ese ciego que estaba al borde del camino y que Jesús curó, y entonces él siguió al Señor por el camino.
Dios muchas veces nos concede lo que pedimos y mucho más, pero quiere en a cambio que le obedezcamos y sigamos sus inspiraciones y consejos, no porque a Él lo beneficiemos, sino porque es un bien para nosotros mismos, y así nos hacemos merecedores de más regalos y gracias de Dios, que no interrumpirá el río de dones para concedernos.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!


Mes de la Virgen María...


DIA DIECIOCHO (24/NOV)
La Providencia no nos abandona jamás
CONSIDERACIÓN. – No basta aceptar el lugar social, en el cual gustó el Señor colocarnos; es
necesario también evitar abandonarnos al descorazonamiento, cuando nos llega el sufrimiento y la prueba.
Dios es nuestro Creador y Padre; no solamente nos ha sacado Él de la nada, sino que vela por
nosotros, durante los días de nuestro destierro, aquí abajo. ¿Por qué, pues, dejarnos llevar a la turbación e
inquietud?
¿No hemos tenido pruebas de la bondad del Señor y podemos dudar de su amor?
Nosotros no conocemos el porvenir y ¿quién sabe si las cosas que deseamos con ardor, no serían
una verdadera desgracia? Dejemos, pues, hacer al buen Dios, y abandonémonos completamente en sus
manos.
Veamos cuál ha sido el proceder de la Santísima Virgen en los momentos de prueba, por los cuales
quiso el Señor hacerla pasar. Ella ve a su Hijo bienamado, amenazado por el rey Herodes y llena de
confianza en la bondad divina, toma con calma el camino a Egipto. Lo pierde en el templo, pero sin
descorazonarse ruega al Señor que se lo devuelva. Así debemos proceder nosotros, recurriendo a Dios por
la oración y no dejándonos llevar jamás a la desesperación.
“Poned vuestra confianza en el Señor, dice San Agustín, y abandonaos enteramente a la
Providencia, ella no cesa de protegeros”.
EJEMPLO. – San Vicente de Paúl mostraba, en la dulzura de sus palabras y la severidad de su
rostro, que se hallaba preparado siempre para los diversos accidentes de la vida. No olvidaba su gran
máxima: “Nada sucede en el mundo, más que por orden de la divina Providencia”.
Se había arrojado en sus brazos y abandonado enteramente.
Un obispo, admirándose de que nada era suficiente para turbarlo nunca, decía:
-“El señor Vicente es siempre el señor Vicente”.
El santo, sabiendo que se quería suscitar procesos para apoderarse de los bienes de muchas de sus
casas, tenía la costumbre de responder a los que le hablaban de los medios empleados para conseguir
despojarle: “No me ocurrirá sino lo que plazca al Señor. Él, es el amo de todos mis bienes, que Él
disponga de ellos como guste”.
ORACIÓN DE SAN PEDRO DAMIÁN. - ¡Oh Santa Virgen, Madre abnegada! Dios
Todopoderoso, os ha hecho la depositaria de su poder y de sus gracias; derramad sobre nosotros la
abundancia; todo es posible, puesto que intercedéis por nosotros. Más sois poderosa, más sois
misericordiosa. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me abandonaré a la voluntad de Dios y reposaré, en Él, del cuidado de mi
porvenir.
JACULATORIA. – María, Virgen clemente, rogad por nosotros