jueves, 6 de noviembre de 2014

Evangelio de hoy...

jueves 6/NOV/14

Evangelio del día 

Lc 15, 1-10. 
Alegrarnos por las conversiones. 
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido’. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido’. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”. 
Reflexión: 
A veces no nos alegramos cuando un pecador se convierte y vuelve al redil. A veces estamos descontentos. Pero eso está mal. Deberíamos ponernos felices porque un alma vuelve a Dios y, ojalá nosotros hubiéramos sido el instrumento para que esa alma regrese, porque así Dios y sus ángeles estarán muy felices con el regreso de ese hijo y pondrán su mirada en nosotros que hemos colaborado a que eso suceda. Rompamos con el egoísmo y seamos verdaderos apóstoles incansables, tratando de acercar a todos los hombres a la salvación. Aprendamos a ser escalón para que los demás nos pisen con tal de que puedan subir a Dios. Imitemos a Jesús y a María. El valor de un alma es infinito, pues es infinito el valor de la Sangre con la que fue comprada por Dios.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de tener hambre y sed de la salvación de las almas y hacer toda clase de apostolado para atraerlas a Dios y darle contento a su Corazón que es tan ofendido por los hombres.

Jesús, María, os amo, salvad las almas.