lunes, 20 de abril de 2015

Locura...

Todos locos.

Santa Maravillas de Jesús ha dicho que:“Considerando que Dios se hizo hombre por nuestro amor, no sé cómo no nos volvemos todos locos de amor por Él”. 
Y es que por más amor que le demos a nuestro Dios, siempre será poco en comparación con el amor con que Él nos amó y nos ama. 
Debemos volvernos todos locos de amor por este Dios que está Loco de amor por los hombres. No otra cosa nos pide el primer mandamiento: Amar a Dios con locura. 
¡Cuánto amor nos tiene Dios! ¡Y nosotros siempre regateamos con Él, le entregamos bien poco y no nos animamos a dar el salto hacia el heroísmo, hacia el amor total al Señor! 
Es tiempo de dar a cada cosa su lugar, y a Dios el primer lugar en nuestra vida. Porque Él lo merece todo, ha hecho todo por salvarnos, nos mantiene en la existencia dándonos tiempo para ser mejores, y nos espera al fin de nuestra vida para premiarnos con el Cielo. ¡Merece todo nuestro amor! 
Cuando dos seres se aman, buscan estar juntos la mayor parte del tiempo. El esposo que va al trabajo, piensa en la esposa amada, y cuando puede se escapa un momento y va y le dice palabras de amor, o le hace algún obsequio, o mil detalles de amor, y ambos no ven la hora de estar otra vez juntos. 
Tomemos ejemplo del amor humano para trasladarlo al amor entre nuestra alma y Dios, porque no podemos decir que amamos a Dios si no queremos y deseamos estar junto a Él en la oración, en la meditación, recibirlo en los sacramentos, pensando en Él, hablando de Él a todos, pues quien ama, gusta de hablar día y noche del ser amado. 
Otro tanto debemos hacer con María Santísima: amarla casi tanto como amamos a Dios. Y a los varones quizás nos será más fácil amar a esta Reina del Cielo, que será como nuestra Dama, por la que emprenderemos grandes obras y haremos enormes hazañas. 
Volvámonos todos locos de amor por Jesús y por María, como lo hicieron los Santos, y seremos felices ya en este mundo, porque Dios y su Madre no se dejan ganar en amor y generosidad, y volcarán sobre nuestro corazón un río de consuelo amoroso y dones y favores de todas clases.