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Situación comprometida. 

La humanidad ha llegado a un momento de su historia en que debe elegir entre Dios o el diablo; ha llegado a una situación comprometida, y cada uno de nosotros los cristianos, tenemos que tomar conciencia del momento tan grave que vive el mundo, no para desanimarnos, sino para cobrar ánimo y entablar el buen combate, con la oración y la penitencia, haciendo apostolado y evangelizando a diestra y siniestra, porque el futuro del mundo depende de lo que hagamos y, sobre todo, de lo que recemos hoy.

Si nos ponemos a pensar que la única posibilidad de salvación para este pobre mundo, es la vuelta sincera de los hombres a Dios, y miramos cómo van las cosas, entonces nos embargará un sentimiento de piedad por las almas, y trabajaremos y nos desgastaremos en salvarlas con nuestros esfuerzos. Y eso es lo que quiere Dios, que dejemos tantos pasatiempos inútiles como la televisión, y nos dediquemos a salvar a nuestros hermanos con el rezo del Rosario más frecuente, con los pequeños sacrificios y renuncias, y sobre todo con el amor, amor a Dios y al prójimo. Entonces sí que habremos cumplido la misión que Dios, desde toda eternidad, nos ha destinado.

No hemos nacido en este suelo ni en este momento histórico por azar, sino que Dios lo ha previsto desde la eternidad porque tenemos una misión importante que cumplir, inclinando la balanza hacia el lado de la Misericordia divina y apaciguando la Justicia de Dios.

¡Ave María purísima!

¡Sin pecado concebida!