jueves, 11 de abril de 2013


To make way you call me

There are no roads in my life, Lord;
just trails open today
and gone tomorrow.

I'm in the age of the ways:
Cross Roads, parallel paths.
I live at a crossroads and my compass,
Lord, do not mark the north.

I run tired towards the goal,
and road dust I grab
at every step, as the dark night.

I will walk canter and groping
Seeking a trail, and follow footsteps.
And tell me: Where the road takes me?
Are you who has spread throughout my life
a path? What is mine?

If you gave it to me, it belongs to me.
But where it takes me?
If You've drawn,
I want to meet the goal.

Lord, I seek your way (only one),
and I totally trust your word.
Give me strength, tenacity and perseverance at every step
really walking with you.

Seeking a path now, Lord.
You who are the Way, gives green light to my life
thus pave the way, you call me.


Meditación...


MEDITACIÓN DE HOY
Agradar a Dios. 
Esto es entrar en el gozo del Señor, es decir, disfrutar del gozo prometido por Dios a sus siervos fieles: Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel, sobre muchas te pondré; entra en el gozo de tu Señor. Y si tenemos la dicha de hacer algo del divino agrado, dice el Crisóstomo: ¿qué más queremos buscar? Ésta es la mayor merced, la más grande fortuna a que puede aspirar la criatura: agradar a su Creador. 
“Práctica de amor a Jesucristo” – San Alfonso María de Ligorio 
Comentario: 
Nuestra vida debe ser agradable a Dios, y si tuvimos la suerte de haber encontrado la forma de agradarle al Señor, entonces podemos darnos por satisfechos, porque no sólo hemos encontrado el Paraíso en el más allá, sino que en cierta manera también lo hemos hallado aquí en la tierra, porque hacer lo que agrada a Dios, es lo máximo a que la criatura puede aspirar.
María Santísima agradó siempre a Dios, y jamás lo desilusionó. Tomemos nosotros ejemplo de Ella, y en la medida de nuestra pequeñez, tratemos de imitar a María y hagamos todo lo que Dios quiere de nosotros, con humildad y alegría, sabiendo que el Señor está contento con nosotros.
Porque si Dios está contento, ¿qué importa todo el resto? Aunque nosotros estemos en medio de las penas y tormentos, si con ello el Señor está contento, porque estamos haciendo su voluntad, ya podemos darnos por satisfechos y felices.
De esto se deduce la gran importancia que tiene el hacer la voluntad de Dios, de conocerla primero a través de la oración, y luego también de seguir esa voluntad, ayudados por la gracia que se obtiene con la oración y los sacramentos. Porque el mayor consuelo en este mundo es hacer la voluntad divina, estando convencidos de que lo que estamos haciendo es lo que a Dios le agrada.