viernes, 28 de marzo de 2014

Conocer...

Conociendo a la Purísima

Para conocer y amar más a nuestra Madre del Cielo
[7] Los santos han dicho cosas admirables de esta ciudad Santa de Dios. Y, según ellos mismos testifican, nunca han estado tan elocuentes ni se han sentido tan felices como al hablar de Ella. Todos a una proclaman que:
– La altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono de la Divinidad, es inaccesible.
– La anchura de su caridad, dilatada por Ella más que la tierra, es inconmensurable.
– La grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el mismo Dios, es incomprensible.
– Y, en fin, la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias es un abismo insondable.
¡Oh altura incomprensible! ¡ Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin medida! ¡Oh abismo impenetrable! (cfr. Ef. 3, 18; Apoc. 21, 15-16). 
(del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María)  
Comentario: 
No es exagerado este texto, pues María es el milagro más grande que hizo Dios y Ella es solo inferior a Dios. Por eso vayamos confiados a los pies de la Virgen que todo lo obtendremos del Corazón de Dios, pues Él nada le niega a María. Si nos hacemos amigos de María y nos consagramos a Ella, estaremos salvados para siempre y el demonio echará espuma por la boca de rabia por haber perdido una presa destinada al infierno, ya que él nada puede contra los que se han consagrado a la Virgen pura. Hoy más que nunca se cumple aquello de que “quien hallare a María, hallará la vida”, y esto lo atestiguan millones de santos que están en el Cielo, salvados por esta Reina de los Corazones.
¡Dulce Corazón de María!
¡Sé la salvación del alma mía!

Comenzar el día...

COMENZANDO EL DÍA

Purificar la intención.

Hoy comenzamos un nuevo día en que iremos haciendo las cosas cotidianas, el deber propio de nuestro estado. Pero sería muy bueno que enderecemos nuestra intención, y por ejemplo si sabemos que debemos trabajar para conseguir el sustento diario, elevemos nuestras miras y trabajemos pero, sobre todo, por la gloria de Dios y salvación de las almas.
Si en cada cosa que hacemos hoy, elevamos nuestra mira y ponemos a Dios y su amor como el motivo de nuestro obrar, nuestras acciones serán más perfectas y tendrán premio sobrenatural, porque a veces nos olvidamos de que estamos en este mundo para conocer y amar a Dios, y salvarnos cumpliendo su adorable voluntad.
Entonces hagamos todo por amor a Dios y bien de nuestros hermanos, y así las cosas comunes del día, serán agradables a Dios y medios de santificación.