Conociendo a la 
Purísima
Para conocer y amar más a 
nuestra Madre del Cielo
[7] Los santos han dicho cosas admirables 
de esta ciudad Santa de Dios. Y, según ellos mismos testifican, nunca han estado 
tan elocuentes ni se han sentido tan felices como al hablar de Ella. Todos a una 
proclaman que:
– 
La altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono de la 
Divinidad, es inaccesible.
– 
La anchura de su caridad, dilatada por Ella más que la tierra, es 
inconmensurable.
– 
La grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el mismo Dios, es 
incomprensible.
– 
Y, en fin, la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y 
gracias es un abismo insondable.
¡Oh altura incomprensible! ¡ Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin 
medida! ¡Oh abismo impenetrable! (cfr. Ef. 3, 18; Apoc. 21, 
15-16). 
(del Tratado de la 
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María)  
Comentario: 
No es exagerado este texto, pues María es 
el milagro más grande que hizo Dios y Ella es solo inferior a Dios. Por eso 
vayamos confiados a los pies de la Virgen que todo lo obtendremos del Corazón de 
Dios, pues Él nada le niega a María. Si nos hacemos amigos de María y nos 
consagramos a Ella, estaremos salvados para siempre y el demonio echará espuma 
por la boca de rabia por haber perdido una presa destinada al infierno, ya que 
él nada puede contra los que se han consagrado a la Virgen pura. Hoy más que 
nunca se cumple aquello de que “quien hallare a María, hallará la vida”, y esto 
lo atestiguan millones de santos que están en el Cielo, salvados por esta Reina 
de los Corazones.
¡Dulce Corazón de María! 
¡Sé la salvación del alma 
mía!

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