martes, 5 de agosto de 2014

Compasión...

Compasivos.

Los católicos, a veces, por querer servir a Dios, descuidamos la misericordia y la compasión. Nos suele pasar como al sacerdote y al levita de la parábola del Buen Samaritano, que por tener prisa para ir a servir a Dios, descuidaron la compasión y la misericordia, puesto que pasaron de largo por aquel camino sin socorrer al herido.
También nosotros podemos caer en este error, y agitados por tantas cosas que tenemos que hacer, incluso las obligaciones del culto a Dios y las oraciones y obras, etc., quizás muchas veces podemos también “pasar de largo” ante las necesidades de los hermanos.
Sigamos sirviendo a Dios, pero también tengamos un ojo atento a las necesidades de quienes tenemos al lado.
Hagamos oración, y mucha; pero si nos necesitan los hermanos, interrumpamos la oración, que a caridad hecha, caridad premiada, y luego volveremos a la oración y seremos más agradables en la presencia de Dios.
Pero aunque seamos molestados en la oración por atender al hermano necesitado, y no podamos terminarla, igualmente Dios tomará esa obra de misericordia y condescendencia, como la mejor oración.
Nos pasa a todos, que a veces tenemos prisa por las “cosas de Dios” y nos olvidamos de servir realmente a Dios según las circunstancias. Queremos servir a Dios a nuestra manera, en lugar de estar siempre atentos a las sugerencias de su Voluntad.
No nos vayamos a los extremos, porque la virtud siempre está en el medio. Sirvamos a Dios en lo pequeño y en lo grande, en la oración y en la acción, teniendo un corazón capaz de compadecerse del prójimo.

Mensaje espiritual...

Mensaje espiritual 

No sólo de pan vive el hombre. 
El hombre no es sólo cuerpo, sino que también tiene una mente y un alma. Para la mente necesita el alimento de la verdad, y para el alma necesita la gracia santificante. Por eso el hombre no sólo vive de pan, sino también del alimento espiritual, porque el hombre es un compuesto de cuerpo y alma.
¿Y qué hace el mundo moderno y los enemigos de Dios? Tratan de llevar a la humanidad por el camino del materialismo, haciendo creer a los hombres que se puede ser feliz sólo por tener muchas “cosas” y todo el bienestar material y tecnológico.
Así vemos cómo aumentan en el mundo la depresión, el suicidio, el egoísmo y la desesperación, porque el hombre, que está hecho para conocer a Dios y amarlo, saber la verdad y adherirse a ella, se encuentra con que lo quieren satisfacer sólo con cosas materiales, y su deseo de espiritualidad, de infinito, queda profundamente insatisfecho.
La vorágine de los medios modernos de comunicación y la tecnología están tratando de crear una especie de paraíso en la tierra. Pero el verdadero Paraíso nunca podrá estar en la tierra. Y además, si queremos que la tierra sea la antesala del Paraíso, la única opción es que Dios reine en el mundo, que se difunda la verdad y el Evangelio, porque Dios, que ha creado al hombre, sabe cómo lo ha creado, y por eso es que le ha dado leyes para que se rija en la vida y sea feliz en ella, y luego sea feliz para siempre en el más allá.

Tenemos un alma y ella tiene derechos tanto, o incluso más, que el cuerpo. Así que si alimentamos y cuidamos nuestro cuerpo, que está bien hacerlo, mucho más debemos cuidar nuestra alma, que es inmortal, y que es lo más precioso que poseemos, porque es una imagencita de Dios.