jueves, 22 de agosto de 2013

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Salmos...

Partículas de Salmos

Palabras de Jesús. 
Dios mío, Dios mío. ¿por qué me has abandonado? Los gritos de mis pecados alejan de mí el socorro. Dios mío, clamo de día, y no respondes; de noche también, y no te cuidas de mí. (Salmo 21, 2-3). 
Comentario: 
Estas palabras del salmista las pronunció el Señor desde la cruz, mostrando cómo, por haberse cargado con los pecados de los hombres, el Padre eterno lo abandonó.
¡Qué tremenda fue la Pasión de Jesús, que no tuvo alivio de ninguna clase y el sufrimiento fue infinito, como sólo un Dios lo puede padecer!
También nosotros, en alguna circunstancia de la vida podemos creer que Dios nos ha abandonado, y preguntar como el salmista a Dios: ¿por qué me has abandonado?
Pero Dios no abandona a su criatura, y tampoco abandonó a Jesús, aunque todo parecía que sí. Y también al alma, sometida a la oscuridad de la prueba, le parece que Dios la ha abandonado, que el Señor la ha rechazado, y es entonces cuando el demonio se insinúa y aprovecha ese momento de debilidad del alma, para tentarla y tratar de hacerla desesperar.
Ahora que estamos en la luz, hagamos acopio de confianza en Dios para cuando llegue esta prueba en que nos parezca que Dios nos abandona. Entonces en aquel momento recordemos que el Señor no puede abandonarnos jamás, aunque así nos lo parezca.
¡Bendito sea Dios!