sábado, 3 de junio de 2017

Cacho Castaña - Garganta con Arena

Bob Sinclar - Love Generation

Vida...

Tremenda aventura.

Por el solo hecho de haber nacido, de existir, cada uno de nosotros está embarcado en una tremenda aventura que es la vida en este mundo.
Y esta aventura puede tener un final feliz si conquistamos el Paraíso, donde seremos felices de manera que no podemos ni siquiera imaginar; o también puede tener un desenlace fatal si terminamos condenados al Infierno, donde el sufrimiento es inenarrable y para toda la eternidad. Y somos nosotros, cada uno de nosotros, los protagonistas de esta colosal aventura, arriesgadísima aventura.
Con nosotros están también los espíritus celestiales, y cada uno tiene a su lado a uno de estos espíritus maravillosos, un ángel custodio puesto por Dios para ayudarnos a que esta historia tenga un final feliz.
También estamos rodeados por multitud de demonios, que son espíritus diabólicos y malignos, con una maldad imposible de imaginar, a cuya cabeza se encuentran los grandes demonios como Satanás, Belcebú y Lucifer, bestias tremendas que buscan nuestra perdición en el tiempo y en la eternidad.
Siendo las cosas así, no podemos dejarnos estar y transcurrir la vida en la diversión y en la liviandad, porque somos nosotros mismos, cada uno de nosotros, los protagonistas principales de esta aventura.
Pensar que por un pecado mortal podemos quedar a merced del diablo y así ir perdiendo paulatinamente de vista el fin para el que fuimos creados que es el Cielo, es una cosa muy seria. ¡Y nosotros que caemos quizás en pecado tan fácilmente!
Esta aventura es a la vez un combate y una travesía, porque en realidad sólo llegaremos a completar la misión y a la gloria eterna, si nos comportamos como héroes, como santos.
No podemos renunciar a este desafío de vivir en este mundo, pues ya estamos embarcados, y Dios, al habernos creado, ya nos ha puesto en esta batalla, y nos da todas sus ayudas para que salgamos vencedores de ella.
Estamos conectados con lo eterno, con lo infinito, por eso todo lo que hacemos o dejamos de hacer en este mundo, tiene un peso de eternidad y de infinitud. Si obramos mal, hacemos un daño casi ilimitado; pero si obramos bien, entonces somos grandes benefactores de la humanidad. Porque tanto el bien como el mal que realizamos, no sólo nos afecta a nosotros sino a todo el cosmos.
Ésta es la grandeza del hombre, que está conectado con Dios y lo eterno, y que es presa ansiada por el Abismo.
Tomemos conciencia de todo esto porque nos interesa sobremanera que esta historia tenga un final feliz, ya que nos toca a nosotros el vivir esta aventura y terminarla en la Gloria.