lunes, 21 de enero de 2013

Ahora encontrar al amor de tu vida va a ser más fácil

Ahora encontrar al amor de tu vida va a ser más fácil

Obras de Misericordia...


Obras de Misericordia

Un buen consejo... 
Un buen consejo puede salvar un alma, o muchas almas, si quien lo recibe está a cargo de personas, porque es jefe o gobernador.
Si al menos no sabemos dar buenos consejos, por lo menos no demos malos consejos, porque no pocas veces somos tentadores de nuestros prójimos, porque los incentivamos para que hagan el mal, para que critiquen, o como se dice vulgarmente: “les buscamos la lengua” para que hablen mal de alguien o de algo. Eso está mal, muy mal. Tenemos que ser sencillos y sinceros, prontos para dejar plantados a quienes en una reunión, critican o hablan mal de ausentes.
No tenemos que hablar mal de nadie ni regodearnos cuando alguien habla mal de alguno, sino disculpar todo y huir de quien habla mal, como de una serpiente ponzoñosa.
Demos buenos consejos, o al menos callemos si no sabemos darlos, porque cuando aconsejamos el mal y el pecado, nos parecemos a Satanás, que aconsejó a Eva su pecado, y sigue aconsejando hoy a muchos, incluso a nosotros mismos, que no pocas veces hemos seguido su consejo, a hacer el mal.
Seamos buenos de verdad, porque de nada nos sirve ir a Misa e incluso comulgar, si luego damos malos consejos, o animamos a quien está en la duda, para que se lance a la venganza o al crimen.
Jesús, en Vos confío.


Ser buen vino...


Que sea yo buen vino, Señor

Que ponga palabra oportuna
allá donde se desarrolle el desconcierto.
Que irradie música y alegría
cuando brote el escenario de la tristeza y la angustia.

Que sea yo buen vino, Señor.
Que hable de Ti y de tus hazañas,
aún en medio de incomprensiones y vacíos.
Que lleve la esperanza y el optimismo
a un mundo que llora perdido.
Que cargue las tinajas de los corazones de las personas,
con tu Palabra que todo lo colma y satisface.
Que convierta el vinagre de muchas historias,
en el dulce vino de tu fraternidad y de tu Evangelio.

Que sea yo buen vino, Señor.
Que, con María, también abra los ojos
y descubra los sufrimientos y la escasez,
el fracaso y tanto aguafiestas
que abortan el espíritu festivo de la humanidad,
el anhelo de fraternidad de este mundo.

Que sea yo buen vino, Señor.
Y sepa darte gloria, por mis obras.
Y sepa bendecirte, por tanto signo que realizas.
Y sepa agradecerte, por tantos dones que regalas.
Y sepa alabarte, por salir al encuentro del hombre.
Gracias, Señor,
tu vino, el único, el mejor y el más auténtico,
alegra la mesa de toda nuestra vida.
Que en este Año de la Fe, como buen vino,
sea capaz de ofrecer tu Palabra con mi voz,
tu presencia, en mi entrega,
tu fortaleza, con mi testimonio,
tu amor, a través de mi caridad,
tu corazón, por mi comprensión,
tu reino, en mi forma de entender y de vivir la vida.
Amén.

P. Javier Leoz