lunes, 16 de noviembre de 2015

Recibir...


Siempre recibimos algo.

Jesús es Dios y no puede mentirnos. Él ha prometido en su Evangelio que quien pide, recibe. Y a veces nos puede parecer que el Señor no cumple esta promesa, porque hemos pedido algo y no lo obtuvimos. 
Pero hay que saber entender que Jesús nos dice que quien pide algo, recibe algo; aunque quizás no recibe lo que pide, pero siempre algo recibe. 
De manera que siempre debemos rezar y pedir lo que nos parece que es lo mejor para nosotros y para otros, confiando en que el Señor nos dará justo lo que pedimos, u otros dones mejores o más necesarios. Pero nunca la oración queda estéril. 
De modo que si meditamos un poco en el poder de la oración, no tendríamos que omitir nuestras oraciones diarias por ningún motivo. Porque Dios, que es infinitamente rico, nos quiere colmar de dones, pero a cambio nosotros debemos pedírselos en la oración. Y Dios nos dará siempre algo, quizás lo que pedimos, quizás otra cosa, pero siempre nos dará un don. 
Por eso es que la Santísima Virgen en todas sus apariciones nos pide que recemos mucho, porque si somos pobres, rezando nos podemos hacer ricos; no tanto en lo material, sino más bien nos hará ricos espiritual y moralmente, aunque también el Señor nos proveerá de lo material y más aún, si se lo pedimos. 
Perdemos tantos momentos en el día en balde, o incluso en actividades que si no son pecaminosas, al menos no son convenientes para un cristiano. ¿Y por qué no aprovechamos mejor el tiempo para rezar y pedirle a Dios TODO? 
Pero recemos con humildad, no queriendo imponerle a Dios nuestros criterios, porque el Señor ve más lejos que nosotros, y lo que hoy, ahora, parece la solución más feliz, quizás con el paso del tiempo no lo sea tanto. 
Entonces orar confiadamente es la solución para todos nuestros problemas, porque quien reza, en especial el Santo Rosario, no será vencido por la desgracia, como promete la misma Virgen. 
Recordemos estas palabras de Jesús en el Evangelio: “Quien pide, recibe. El que busca, encuentra. Y al que llama, se le abrirá”. Quizás no lo que pedimos, buscamos y llamamos, pero algo se nos concederá. 
La oración es la solución para todos nuestros problemas.