lunes, 5 de agosto de 2013

Reflexiones...


UN NUDO DE AMOR 
En una junta de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres y madres de aquella comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenia tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sabana que lo cubría. Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo.

Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre era uno de los mejores alumnos de la escuela.
El hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas  pueden hacerse presentes y comunicarse entre sí.
Aquel padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que nos olvidamos de lo principal, que es la comunicación a través del sentimiento.
Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban, para aquel hijo, muchísimo más que regalos o disculpas vacías.
Es válido que nos preocupemos por las personas, pero es más importante que ellas lo sepan, que puedan sentirlo.
Para que exista la comunicación es necesario que las personas "escuchen" el lenguaje de nuestro corazón, pues, en materia de afecto, los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras. Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el raspón en la rodilla, el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben registrar un gesto de amor. Aunque ese gesto sea solamente un nudo.

Micro-reflexión:
"El amor, para que sea auténtico, debe costarnos. "
Madre Teresa de Calcuta

Papa Francisco...


and the face...


Mensaje de confianza...

Mensaje de confianza

Rezar por las necesidades temporales 
La confianza, como acabamos de describirla, no nos desobliga de la oración. En las necesidades temporales no basta esperar los socorros de Dios, es menester además pedírselos.
Jesucristo nos dejó en el Padrenuestro el modelo perfecto de la oración; ahí Él nos hace pedir el “pan de cada día”: “El pan nuestro de cada día dánosle hoy”.
Con respecto al deber de la oración ¿no habrá frecuentemente negligencia nuestra? ¡Qué imprudencia y qué locura! Nos privamos así, por liviandad, de la protección de Dios, la única soberanamente eficaz. Los capuchinos, dice la leyenda, nunca murieron de hambre, porque recitan siempre piadosamente el Padrenuestro. Imitémoslos y el Altísimo no dejará que nos falte lo necesario.
Pidamos, pues, el pan cotidiano. Es una obligación que nos impone la fe y la caridad para con nosotros mismos. ¿Podremos, no obstante, elevar nuestras pretensiones y pedir también la riqueza?
Nada se opone a eso, siempre que esa oración se inspire en motivos sobrenaturales y quedemos sumisos a la voluntad de Dios. El Señor no prohíbe la expresión de nuestros deseos; por el contrario, quiere que actuemos filialmente con relación a Él. No esperemos, sin embargo, que Él se doblegue a nuestras fantasías; su Bondad a ello se opone. Dios sabe lo que nos conviene. Sólo nos concederá los bienes de la tierra si pueden servir para nuestra santificación.
Abandonémonos completamente a los designios de la Providencia y recitemos la oración del Sabio: “No me des ni pobreza ni riquezas, dame solamente lo necesario para vivir. No sea que, viéndome sobrado, me vea tentado a renegar y diga: ¿Quién es el Señor? O bien que, acosado de la necesidad, me ponga a robar y a perjurar el nombre de Dios”. 
 (De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent) 
Comentario: 
Algunos piden a Dios sólo bienes materiales y temporales. Otros, por el contrario, piden sólo bienes espirituales. Son dos extremos y como siempre la virtud está en medio, pues es necesario pedir tanto los bienes temporales como los espirituales, ya que no somos solo cuerpo o sólo alma, sino compuesto de cuerpo y alma.
El Señor nos ha enseñado a pedir en el Padrenuestro el pan cotidiano. Él quiere que pidamos el pan “hoy”, cada día, porque si lo tuviéramos todo de una vez, seguramente nos olvidaríamos de Dios y de que es Él quien nos provee del alimento, y además derrocharíamos mucho. Por eso también el maná llovía en el desierto y los israelitas cada día debían recoger su ración para el día.
Dios quiere que le recemos todos los días, y si en el Padrenuestro nos manda que le pidamos el pan cada día, es porque quiere que recemos el Padrenuestro todos los días, cada uno de nuestros días en la tierra.
Y no es que el Señor necesite de nuestras oraciones, sino que somos nosotros quienes necesitamos de las oraciones, porque Dios ha hecho un pacto de que se compromete a dar todas las gracias necesarias, pero a condición de que se las pidamos por la oración. Quien no reza, no recibe; o si recibe lo desaprovecha y lo pierde, si no en el tiempo, sí en la eternidad.
No está mal que pidamos riqueza material, siempre y cuando ello nos ayude a ser mejores y más santos, a socorrer a los hermanos. Pero primero debemos pedir para el alma, porque así como el alma es más importante que el cuerpo, también la oración más importante es la que se hace por lo espiritual, que vale más que lo temporal.

Confiemos en Dios y abrámosle el corazón. No tengamos miedo de Dios, de pedirle lo que queremos, incluso riqueza material, con sinceridad, que si el Señor ve que eso es bueno para nosotros, no sólo lo concederá, sino que lo hará en medida sobreabundante, y quedaremos admirados de la bondad del Señor para con nosotros.