jueves, 6 de octubre de 2016

Mensaje...

Mensaje de confianza
Recurrir a María.
Jesús domina las fuerzas de la naturaleza. –En los comienzos de su ministerio apostólico, asiste a las Bodas de Caná. Durante el banquete, faltó vino. ¡Qué humillación para la pobre gente que había convidado al Maestro con su Madre y los discípulos! La Virgen María se dio cuenta enseguida del contratiempo: Ella es siempre la primera en darse cuenta de nuestras necesidades y en aliviarlas. Dirige al Hijo una mirada de súplica; le murmura en voz baja una corta oración. María conoce su poder y su amor. Y Jesús, que nada sabe rehusarle, transforma el agua en vino. Este fue su primer milagro.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
Comentario:
María es mujer y madre, y por experiencia, y también por tener un corazón de mujer y de madre, sabe de nuestras necesidades, y trata de satisfacerlas siempre. Por eso nuestra confianza en Dios debe ser grande, y también nuestra confianza en la Virgen debe ser grandísima, puesto que Dios es su Hijo, y este Hijo no niega nada a su Madre.
Pero recordemos también que a veces el Señor nos hace esperar. Esto sucede por varios motivos, algunos de los cuales podemos vislumbrarlos en este mundo, y otros los sabremos en el más allá. Porque Dios quiere concedernos una gracia, pero a veces estamos tan mal preparados para recibirla y apreciarla, que el Señor se dilata en concederla, para que la apreciemos más al recibirla.
Si queremos ser oídos por Dios y colmados de gracias y favores celestiales y hasta materiales cuando ello no estorba a nuestra salvación y santificación, entonces vayamos a María. Porque quien acude a la Virgen muy pronto verá sus deseos satisfechos, puesto que esta Madre obtiene todo de Dios para sus hijos.
Recordemos que el primer milagro que hizo Jesús, lo realizó por pedido de María, en las Bodas de Caná, convirtiendo el agua en vino. Y esto nos debe dar la clave, el secreto de que es María la que inicia la manifestación taumatúrgica de Jesús. Incluso María aparentemente adelanta el tiempo, pues no era hora todavía de milagros, como Jesús se lo dice claramente a su Madre: “Mujer, aún no ha llegado mi hora”. Pero sin embargo accede al pedido de su Madre, adelantando los tiempos.
También el Señor adelanta los tiempos para concedernos las gracias que pedimos por María. Efectivamente si acudimos a la Virgen para rogar, tendremos el milagro que necesitamos, o algo muchísimo mejor, y en el tiempo oportuno.