sábado, 19 de enero de 2013

Oración...


Calma mis pasos, Señor

DESACELERA los latidos de mi corazón,
calmando mi mente.

DISMINUYE mi ritmo apresurado
con una visión de la eternidad del tiempo.

En medio de las confusiones del día a día, 
DAME la tranquilidad de las montañas.

RETIRA la tensión de mis músculos y nervios
con la música tranquilizante de los ríos
de aguas constantes que viven en mis recuerdos.

AYÚDAME a conocer el poder mágico
y reparador del sueño.

ENSÉÑAME el arte de tomar pequeños descansos,
reducir mi ritmo para contemplar una flor,
charlar con un amigo, acariciar a un niño,
leer un poema, oír una música preferida.

CALMA MI PASO, SEÑOR, para que yo pueda percibir
en medio de la incesante labor cotidiana, de los ruidos,
luchas, alegrías, cansancios o desalientos,
TU PRESENCIA constante en mi corazón.

CALMA MI PASO, SEÑOR,
para que yo pueda entonar el cántico
de la esperanza, sonreír para mi prójimo
y hacer silencio para escuchar TU VOZ.

CALMA MI PASO, SEÑOR,
e inspírame a enterrar mis raíces
en el suelo de los valores duraderos de la vida,
para que yo pueda crecer hasta las estrellas
de mi destino mayor.

¡GRACIAS SEÑOR!
Por el día de hoy, por la familia que me diste,
por mis hermanos de la vida, mi trabajo,
...y sobretodo, por tu presencia en mi vida.
Amén.


La piedra...


LA PIEDRA DE SOPA
 
Llegó un peregrino a una casa y pidió algo de comer. "No tengo nada", dijo la señora. "No se preocupe, dijo el peregrino. Yo tengo una piedra de sopa. Vamos a echarla en una gran olla  de agua hirviendo". Todo el vecindario acudió curioso.
 
Cuando el agua rompió a hervir el peregrino probó una cucharada. "¡Deliciosa! —dijo— Solo le hacen falta unas papas" (que al momento trajo una mujer). Probó otra cucharada. "Ya sólo falta carne y verduras", añadió. Y pronto trajeron varias veci­nas. "Y ahora, la sal", que puso la dueña de la casa.
 
Luego ordenó: "Platos para todos". Los trajeron y, además, pan y fruta. Entonces se sentaron y dis­frutaron de aquella increíble sopa, felices de com­partir la comida. Mientras tanto, el peregrino se es­cabulló, pero les dejó una milagrosa piedra de sopa, para que pudieran usarla. Con la aportación de cada uno, se enriquecieron todos.
 
 
Mis cariños y bendiciones,

Itzel Paz de Silgado

 
Si haces planes para un año, siembra arroz;
si los haces para dos lustros, planta árboles;
si los haces para toda la vida, educad a una persona.
Proverbio de Japón