viernes, 18 de diciembre de 2015

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El Bautista...

Juan el Bautista.

En estos tiempos previos a la Navidad, se habla mucho de Juan el Bautista. Y aparece el siguiente episodio que aquí copiamos:
Lc 7, 19-23.
Juan el Bautista, llamando a dos de sus discípulos, los envió a decir al Señor: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”. Cuando se presentaron ante Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos envía a preguntarte: ‘¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’”. En esa ocasión, Jesús sanó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. Entonces respondió a los enviados: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!”.
Y muchos comentadores del Evangelio dicen que Juan el Bautista dudaba de que Jesús fuera el Mesías.
Pero esto es un grave error, pues el mismo Juan señaló a Jesús, luego de bautizarlo, como el Cordero de Dios que quita o lleva el pecado del mundo. ¿Cómo es entonces que envía a dos de sus discípulos a preguntar sobre esto?
La clave está en que entre los discípulos de Juan había disensiones ya que algunos esperaban un Mesías político y que aplastara a los enemigos de Israel, y por ello no aceptaban el modo misericordioso de ser de Jesús.
Entonces Juan el Bautista elige a dos de sus discípulos, quizás uno de cada bando, y los manda para que ellos mismos vean , se convenzan y convenzan a los demás discípulos, pues Juan, como todo maestro, no quería que sus discípulos se quedaran en el error, sino que siguieran al Mesías, siguieran a Jesús.
Juan habrá tenido también su traidor entre los mejores discípulos, como sucedió a Cristo y sucede en general con todos los santos, que cada uno tiene un traidor entre sus filas.
Recordemos que el buen discípulo es perfecto cuando llega a imitar en todo al maestro, y así el discípulo debe ser en todo semejante al Maestro.
Sabiendo estas cosas no dudaremos a pesar de los desatinos que se predican.